Se supone que aquí debería ir un post diferente.
Un post en el que he trabajado 04 días, por toda la investigación que demanda, y que en el inter, ha aumentado los datos de mi software móvil.
Sin embargo, hago una pausa en mi vida y en mi blog.
A veces, las pausas que debemos tomar no llegan de manera voluntaria, sino de las estrellas.
Y te hacen recapacitar de las cosas que estás haciendo, y las cosas que han quedado atrás.
El jueves por la noche falleció una compañera de generación universitaria.
Tenía 27 años.
Y su nombre era Yazmín. Qepd.
Y no fue una muerte normal. No es el hecho de que haya habido un accidente automovilístico de por medio, es el hecho de que ella venía discutiendo con su novio, viró el volante y se estamparon contra un poste… es el hecho de no poder llegar de frente a la muerte en paz.
Soslayando la cuestión metafísica de lo que es la muerte y que comulgo con la idea de la reencarnación y/o transmigración del alma, creo que clínicamente la muerte se define como la ausencia de vida. Es escalofriante de verdad, estar frente a un cuerpo inerte… que tú conociste con la chispa de la vida.. que te habló, que dijo tu nombre y que se sentaba en una fila contigua a la tuya.
Que durante cinco años formó parte de tu vida, por seis horas diarias, durante cinco días a la semana.
Todos nos vimos con la incógnita en el rostro.. quién será el siguiente?
De los 30 que éramos, sólo quedan 29.
Me hace pensar acerca de la manera en la que yo ocupo mi tiempo. Si el día que vislumbre el sendero de la luz, iré en paz conmigo misma o me encontraré discutiendo en el interior de un automóvil…
Será derrame cráneo-encefálico, cáncer en la matriz, tuberculosis, paro cardíaco mientras duermo… o la muerte esa que más me aterra y es morir en una hoguera.
A los 17 años la muerte me dio su primer aviso. Era un quiste paratubárico en el ovario de izquierdo, de 7 * 10 cm, estuvo a punto de ser peritonitis, pero aún recuerdo el pinche dolor que me desgarraba por dentro, como si cada palpitar de mi corazón le diera fuerzas a ese agente extraño lleno de inmundicia que se había apoderado de mi trompa de Falopio izquierda, y la cual, obviamente perdí.
Mientras me operaban, y sentía cómo los doctores tenían sus manos adentro de mi cuerpo, y escuchaba los cortes en mi piel y órganos, yo sudaba y moría de pánico, volteaba a ver al anestesiólogo y me decía que todo iba a salir bien….. mi presión comenzó a bajar cuando escuché el: “cielos, está enorme” de la enfermera, y ví que me inyectaron algo a la sonda de la anestesia. Fui perdiendo la consciencia, aunque puse todo de mi parte por no perder el conocimiento en su totalidad.
Desperté veinte minutos más tarde, y sólo sé que quería ver a mi familia.
Me enseñaron lo que habían extirpado de mis entrañas y pensé, Diantres, si eso es como un hijo pequeño, debe parecerse a su padre, porque está requete feo!!!
El seguir con vida, aún con las pérdidas que tuve, tanto físicas como internas, sin contar esa cicatriz a la cual posteriormente se sumó la cicatriz de la apéndice, me permitió entrar a la universidad una semana después y conocer a Yazmín.
Polvo eres, y en polvo te has de convertir…. En cuanto respecta a la materia, dicha frase aplica.
En cuanto al espíritu…. “La energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma”.
Inició la cuenta regresiva.