sin avisar.

Frase de peli: ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto a esperar al amor?

Hoy mientras estaba buscando un artículo de periódico entre mis cuadernos de épocas estudiantiles, encontré un sobre que contenía unas fotografías.
En esas fotografías yo estaba besando a un chico.
Fue en la fiesta de fin de cursos de la maestría.
En esa fiesta, yo terminé ahogada de ebria.
Pero, me hizo retroceder todavía más páginas de este libro llamado vida.

Me fui hasta el sábado 28 de agosto de 2004.
10:20 am.
En las aulas de LaSalle, todos íbamos a presentar examen de ubicación de inglés.

A mi lado se encontraba el chico con el que yo llevaba saliendo un año (nada formal, nunca algo es formal conmigo jaja), y me estaba diciendo: “Oye me pasas las respuestas va? Escribes con letra grande”, yo me reía y le contestaba “Claro, nomás te asomas bien”, cuando volteé sin ninguna intención hacia la primer fila y lo ví.
Si hasta ese momento dudaba de la veracidad y realidad de las pelis cursis cuando “la chica” ve por primera vez “al chico”, y los segundos se alargan un poco más y cada movimiento se marca en cámara lenta, ese día viví en carne propia lo más parecido a “ese momento cinematográfico”.

Creo que ha sido el hombre menos agraciado físicamente que me ha llamado la atención

Y te ahorro el comen ardilla, no sé qué le ví, si estaba horrible, era súper engreído, nefasto, de qué pinches se creía tanto.

Pero dejando de lado todo eso y regresando a ese primer momento, yo me sentí atraída hacia él. Él nunca me vió a mí, pero mientras el chico con el que yo salía me jalaba la playera para que le pasara las respuestas, ese otro chico contestaba su examen de ubicación.

- jess, ¿qué estás viendo?.
- Amhhh, nada, estoy recordando las respuestas.

Salimos del examen, y mientras yo platicaba con mis amigos, de reojo ví a ese chico salir directamente al estacionamiento, guardar sus cosas en la cajuela e irse.
Tenía algo. Nunca he sabido descifrar qué era ese “algo” que tenía, pero una parte de mí, sabía que estaba por comenzar una genial historia personal.

Comenzaron las clases cada viernes por la tarde y sábados por la mañana.
Y mi pseudo-relación con el otro chico terminó.
No había mucho que hacer con él. Ya estaba en las últimas de cambio.

Como el otro chico siempre estaba sólo en el barandal. Yo aprovechaba las horas libres para acercarme y hablar con él. Intercambiamos números. Ideas. Le arrebaté sonrisas en su mundo tan serio. Y yo que soy mil algarabía andando, comencé a gritar y hacer eco en su vida….. Sólo que en su vida, ya había una mujer. Pero esa parte, me tocó descubrirla mucho después.

Casi no hablaba de ella. Y toda posibilidad de una relación entre él y yo, era nula.

Entonces, un sábado asistí a una fiesta local. Si mi vida es una película, esa noche sonó a nuestro alrededor una canción de los tacubos que decía “No me hubieras dejado esa noche…..”, porque esa noche conocí al niño de 18 años.

Era perfecto. Atractivo. Atlético. Tierno. Intenso. A la hora de conocernos nos estábamos comiendo a besos. Ha sido la única época en mi vida, en que fui totalmente irracional. Donde no había respuestas, porque las preguntas no importaban. Sólo éramos, él y yo. Y nadie, ni nada más.
Y así como llegó.
Así se fue.
Sin avisar.

Paralelamente, mi maestría estaba a punto de terminar.
Mientras mi aventura irracional estaba en pleno auge, yo sellé lazos de amistad con el chico de mi salón. Ya no me lastimaba la existencia de su novia, y veía que él se ponía celoso cuando yo hablaba del escuincle de 18.

El último día de maestría, tuvimos nuestra fiesta en una ciudad aledaña.
Y al final, cuando el alcohol ya comenzaba a causar estragos en los comportamientos de todos nosotros, no sé quién puso dos sillas al centro y comenzaron a hacer jueguitos de esos en los que nombran a dos personas, y tienen que subirse a las sillas, y darse un beso.
Cuando fue nuestro turno. Una amiga nos tomó fotos y me las regaló la semana siguiente.

Y yo las encontré hoy por la mañana. Ni siquiera me acordaba de ellas. Tuve la intención de romperlas y tirarlas a la basura, porque las veo, y no siento nada.

Pero las volví a meter a ese sobre, y las cambié de lugar, al “baúl de los recuerdos”.

Cuando terminé la maestría, seguí buscándolo pensando que podríamos formar una pareja de película. Pero cuando yo estaba dispuesta, él no lo estaba. Y cuando él intentó redireccionar su mundo emocional, yo ya había claudicado de él.

A veces, hablamos por teléfono por motivos profesionales.
Al final, le hago la misma pregunta.
- Hey Chrysthyan, estás bien?
- Claro que sí, tú qué tal.
- Ah muy bien, ya sabes, yo siempre me encuentro bien.
- Algún día deberíamos de salir a platicar.
- Sí, algún día de estos. Okay, cuídate, lindo día, bay!!
- Bay jess!!!

lydia: así, que ¿cuánto tiempo estarías dispuesta a esperar el amor jess?
jess: en tiempos de amnistía, podría esperarlo hasta envejecer.
lydia: pero… ¿hacia qué rumbo diriges la mirada ahora?
jess: hacia cualquier lugar, menos al baúl de mis recuerdos.

Porque las historias importantes de mi vida.
Así como vienen, así se van.
Sin avisar.