una mariposa negra

Nunca la conocí físicamente.
Pero por las fotografías a blanco y negro que se encuentran enmarcadas en diferentes paredes, puedo observarla y recrear en mi mente su imagen.
Y por las diferentes pláticas de quienes la conocieron mientras sus órganos vitales continuaban activos, puedo percatarme de que era una mujer alegre y feliz, una esposa abnegada y dedicada a sus hijos y a su esposo, la señora que se llevaba bien con los jóvenes que formaban parte de la pandilla de la cuadra, la que alimentaba a las gallinas, la que madrugaba para preparar el lonche de su esposo y el desayuno de sus hijos; la que lloró por sus últimos 2 hijos que murieron al nacer, aún cuando tenía otros siete vivitos y coleando.
Vivió un México machista, pero ello no le impidió amar profundamente al hombre que la robó, aún cuando ella era novia de alguien más.
Cuatro mujeres y tres varones fueron causa de sus múltiples alegrías, desvelos, preocupaciones y tristezas.
El varón consentido fue un joven muy apuesto, de rasgos finos, ojos verdes, nariz perfecta y gustos extravagantes.

Los designios del Creador suelen llevarnos por caminos inexplicables e inclusive injustos para muchos.

El cáncer hizo acto de aparición en su matriz, en tiempos donde nada podía hacerse al respecto.
Algunos días antes de exhalar su último aliento, una mariposa negra voló alrededor de sus hijas, siguiéndolas por las cuadras que transitaban.
Y ella partió de este mundo cuando su menor hija tenía 13 años.
Todos los hermanos acordaron que su primogénita llevaría el nombre de la mujer que no sólo coadyuvó para darles la vida, sino que los educó y los llenó de amor.

Ahora, ese hijo que fue el favorito de ella, se encuentra en fase Terminal de cáncer en los pulmones.
Y la tristeza invade profundamente a los otros seis hermanos restantes.

Y yo me siento impotente al ver llorar a una de sus hermanas, porque es mi madre.
No sé cuánto tiempo falte, pero el tiempo es lo de menos, el dolor físico que lo torturará es realmente lo que me conmociona.

Y es así, como el milagro de la vida se postra ante nosotros, inexplicablemente no decidimos la manera en que llegamos a este mundo, ni la manera en que habremos de morir, pero en el inter, tomamos las riendas de nuestros actos y tratamos de mirar de frente y sin miedo a esa joven seductora que aparece sin cordial invitación, a la que un día le entregaremos todo lo que somos y fuimos, a cambio de la esperanza acerca de lo que llegaremos a ser.