Fantasmas del Pasado

No recuerdo con exactitud la edad que yo tenía.
Aunque a ojo de buen cubero, debía yo andar por los 22-23.

Mi mente recuerda con exactitud las fechas trascendentes para bien, pero por mi propia supervivencia, trata de borrar los acontecimientos que nos avergüenzan.

Sólo que los fantasmas del pasado son imposibles de desaparecer, y la única manera de vencerlos, es volviéndote uno de ellos.

Ellos eran un matrimonio de edad avanzada que habitaban en una ciudad vecina más pequeña que mi lugar de residencia, habían sido en alguna ocasión clientes del jefe (en aquellas épocas doradas donde el jefe era abogado litigante únicamente) y le profesaban una fé ciega.

El señor necesitaba servicios profesionales para promover un escrito donde el seguro lo pensionara, porque (en términos dicharacheros y entendible) le habían dado un papel donde el IMSS le decía al señor que todavía no tenía las horas laboradas suficientes para pensionarse.
Situación que era totalmente defendible ya que cuando el señor se dio de alta en el seguro, la ley exigía menos horas laborales para poder pensionarse que actualmente. (¿Recuerdan lo que se había dicho de la retroactividad de la Ley? Aquí aplica nuevamente, no se puede aplicar una norma jurídica en perjuicio de ninguna persona.).

Sólo que el jefe tenía mucho trabajo en ese momento y no iba a poder llevar el asunto.
Los señores le dijeron “Aunque usted no vaya, que el asunto lo lleve alguno de los licenciados que trabajan para usted.”.
Tanto así creían en el jefe.

Y cuando uno es recién egresado de Universidad, las ideas de justicia y equidad están a flor de piel.
En las aulas te “enseñan” lo que dicen los códigos, únicamente.
Enseñanzas que se memorizan cinco minutos antes del examen, pero que únicamente se entienden cabalmente cuando te paras en un juzgado (con todo y el pánico escénico) e intentas convencer al ser humano revestido de autoridad, de que tú (y tu cliente) están en lo correcto.

Sólo sé que sentí algo raro en mi interior que me hizo decirle al jefe en privado: “Quiero el caso.”.

La iluminada Juana de Arco debió quedarse corta en comparación de todas las fuerzas cósmicas que yo sentía atrás de mí.

Mi título decía “excelencia académica”, tenía bien clara yo la noción de justicia, tenía todas la ganas de ayudar a ese buen hombre…. Pero eso no es suficiente en el mundo.

Querer no es Poder si no tienes los conocimientos adecuados.

¿Fue justa la justicia conmigo?
Sí.

¿Fue justa la justicia con el señor?
No.

Hoy estoy recordando todos y cada uno de mis fracasos pasados, de esos que prefiero no hablar debido a mi enorme orgullo y vanidad, pero que están tras de mí, recordándome a cada instante que soy humana, y como tal, perfectible.

Sólo que me hubiera gustado aprender todo ello en las aulas, y no a base de injusticias ajenas a costa mía y de mi imbecilidad e ignorancia.

Hace un año fue martes 13.
Así como la mente no olvida aquello que nos avergüenza y perfecciona, el corazón no olvida aquello que una vez nos hizo estremecer.