Era Junio de 1994.
Los que sabían de básquet, no dejaban de hablar de la temporada pasada en la que Michael Jordan había decidido retirarse por primera vez, sólo que en el '94 todos pensaban que su retiro era definitivo y no sólo por dos temporadas.
La final de la NBA se encontraba siendo disputada entre los Knicks de New York lidereados por Patrick Ewing y por los Rockets de Houston lidereados por Hakeem Olajuwon.
La serie iba siendo barrida por NYC 3 a 0, y todos apostaban ...que knicks se coronarían en ese cuarto partido, que iban ganando por tres puntos a escasos segundos del final.
Una adolescente de 12 años, que usaba lentes, sudadera, tennis y jeans, se encontraba mirando sin nadie a su alrededor los últimos segundos de ese partido, que años después ella recordaría claramente.
El chino Sam Casell tomó el balón y en la línea divisoria de los tiros de dos y tres puntos, saltó con un defensa de NYC en frente de él, y soltó el balón hacia la canasta.
Mientras el balón avanzaba hacia la canasta, el reloj se terminó... Dudo que alguien recuerde como esa adolescente la manera en que ese balón entró limpiamente en la canasta, mandando el juego a tiempo extra, y provocando que esa adolescente se levantara emocionada con ambos brazos hacia arriba y gritando un "Sí!!!" con ánimos desbordados.
Los Knicks que eran amplios favoritos para ganar la serie perdieron las finales en siete juegos.
Esa adolescente aprendió de memoria el juego de Olajuwon, Casell, Mario Elie y Clyde Drexler.
Años, muchos años después, esa adolescente, convertida en treinteañera, sigue viendo alucinada el básquet...
Ella sabe que no importa cuántos años o cambios lleguen a su vida, dentro de sí vivirá eternamente una adolescente de lentes, jeans y sudadera, que espera ansiosa las finales de la NBA.
2 comentarios:
A eso se le llama pasión y que bien que existan esas cosas que nos provoquen ese tipo de emoción.
Siempre me gusto la forma de envolvernos en sus recuerdos!!! Gracias
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