Cinema Paradiso

Esta es una historia de amor.
Y yo fui su testigo.

Él era un seminarista español.
Ella era una mujer mexicana enfocada al estudio de las letras.

Desconozco cuál fue la primera vez que se vieron, sólo sé que fue a un paso de que él se consagrara sacerdote.
Renunció al celibato por ella, pero en el inter, él se había allegado de una inmensa cultura en las letras.
Ambos se dedicaron a la docencia y formaron un hogar, y procrearon dos hermosas niñas.

Yo la conocí a ella cuando yo cursaba tercero de secundaria y tenía la ínfima edad de 14 años.
Era mi maestra de español. Yo la admiraba en secreto y anhelaba fervientemente poder llegar a ser como ella algún día. Seguía sus clases detenidamente, y me convertí en una de sus alumnas favoritas.

Al entrar a la preparatoria oficial, ella volvió a ser mi maestra de Lógica en primer semestre y de Historia de la Cultura en quinto, en el inter, todos nos enteramos de que el cáncer la había atrapado, sus hermosos caireles dorados desaparecieron y cortó su pelo lo más chico que pudo para soportar la quimioterapia.

Los doctores no le daban más de un año de vida, pero ella era una mujer fuerte, por sobre todo, y se aferró a vivir más de lo que la ciencia le auguró… y lo logró. Venció a la lógica, venció a los planteamientos de Aristóteles que ella misma me enseñó.
A ella le debo haber leído “El País de las Sombras Largas” (uno de mis súper preferidos), mi mejor amiga y yo nos reíamos al leer que el pequeño Papik era más ancho que alto….

Cuando nos aplicó el examen de ese libro, se acercó a mí y me dijo “Lidia, me faltan dos preguntas, podrías elaborármelas en lo que dicto las primeras?”, yo sólo ví cómo mi compañero de al lado me veía con odio… máxime que me pulí en la dificultad de esas preguntas…
Alguna vez nos encargó un trabajo de la evolución del hombre, y como toda buena estudiante, en día domingo yo estaba desesperadamente buscando algunas imágenes, cuando apenas iniciaba el Internet en esta Ciudad, y yo no tenía la más mínima idea de que había imágenes y podían imprimirse, no había papelerías abiertas para comprar biografías y adornar visualmente mi trabajo, así que fui a la casa de un amigo que tenía una copiadora, y saqué copias de imágenes del libro que fue mi bibliografía y las anexé a mi trabajo. Se veía horrible, pero a mí me valió, ya cualquier cosa era buena para recabar los requisitos de una buena calificación.
Al momento de entregar los trabajos, mi maestra nos dio un sermón de que “ya éramos estudiantes de preparatoria y no niños de secundaria para la pobreza de nuestras investigaciones, que los dibujitos y las monografías ya estaban pasados de moda, y que le daba gusto ver que había habido alguien que lo había entendido bien, y que había ilustrado su trabajo a blanco y negro con unas copias increíbles.”, o sea, cof cof, yo merengues. De igual manera, todos me vieron con odio.

Sí, yo era una de sus favoritas.
Y aprendí todo lo que pude de ella.

Su esposo, enseñaba latín.
Yo no tuve el gusto de tomar esa clase con él, pero mis hermanos sí, y me comentaban que realmente, era increíble en esa área.

Él era todo un personaje en esta Ciudad, más de una generación pasó por sus aulas, y su muy peculiar acento español, a pesar de la lejanía de dicha Nación, nunca se perdió, siempre lo veía caminar hacia las dos preparatorias en las que él impartía su cátedra.

Cuando ella falleció, yo fui a su misa. Era una despedida hacia una gran mujer, mientras el sacerdote hablaba no sé cuántas cosas, yo simplemente trataba de localizar su espíritu, y hacerle saber con palabras que sólo ella y yo escuchamos, mi agradecimiento por su preferencia y énfasis hacia mí.
Mientras yo hacía eso, una pequeña niña sentada en la banca de atrás, tocaba mi sweater a través de los orificios ornamentales de mi banca, podía sentir su mano pequeña. Al finalizar, que volteé ví que era su nieta la niña que se encontraba inquieta, pero sé que quien me tocó fue ella.
Así nos despedimos.

Él comenzó poco a poco a quedar en la locura.
El amor también nos vuelve locos.
Y la ausencia de nuestro gran amor, termina por hacernos renunciar a este mundo a su debido tiempo.

Hace aproximadamente medio año, él también falleció.
Ahora están juntos nuevamente.

El jueves pasado que fui a León a visitar a mi hermano, entramos a mixup a la sección de cine de arte.
Vimos una película llamada “Cinema Paradiso”, y mi hermano me comentó que su profesor de latín qepd alucinaba dicha cinta, y la recomendaba ampliamente.
La compramos y anoche que me desvelé viéndola, me robó el corazón.
Pensé en esa pareja sui generis, y la curiosidad de saber en qué punto sus vidas se unieron, cuándo y dónde fue la primera vez que coincidieron, me invadió terriblemente.

Luego veo la imagen de Salvatore viendo por primera vez a Elena, y grabándola en su cámara a blanco y negro, dándose cuenta en ese momento de que ella sería el gran amor de su vida.

Me agrada especular acerca de que cada vez que él veía esa película italiana, pensaba en esa Ragazza que le robó el corazón.

En lo particular, nunca he estado enamorada, encariñada y enajenada sí, pero no ha habido alguien que conozca esa parte interna de mí que habla en silencio con los espíritus y sus sentimientos.

Sólo que ésta, no es mi historia.
Yo simplemente, fui su testigo.