La edad de la Inocencia II

Desde que comencé a tener noción de mi existencia, Papufo nos decía a mi hermana y a mí que si algún día, por alguna extraña y desafortunada razón, nos perdíamos, no habláramos con extraños y corriéramos a buscar a un policía (de niña nunca supe distinguir a un policía de un tránsito jaja) para decirle que “mi nombre era jess rabbit, estaba perdida y que vivía en la calle tal número tal colonia tal de tal ciudad”, que confiara ciegamente en el policía y que me fuera con él, porque me llevaría de vuelta a casa.

Papufo nos preguntaba siempre a la hora de la comida todos esos datos para ver si los habíamos aprendido de memoria.

Un día, Mamufa me llevó al mercado local para comprar el mandado, hicimos parada en un puesto de casettes y por azares del destino, solté la mano de Mamufa.
Estuve un ratotote ahí parada y a mi lado vi a una persona alta usando chamarra de cuero, en ese entonces, mamufa usaba mucho una chamarra de cuero, así que yo pensaba que no había duda de que mamufa seguía viendo el repertorio musical.
En eso, dicha personita volteó su cara y tómenla!! que no era mamufa sino alguien más usando chamarra de cuero…. Yo sentí pánico en mi interior, el cual fue aumentando de nivel al voltear a todos lados y no ver a Mamufa.

Recordé esa primer pesadilla que tuve donde mis padres estaban en una central de autobuses, conmigo en brazos, recién nacida, yo llorando como buena recién nacida, y ellos llorando también, y decidían abandonarme en una banca y dejarme ahí a mi suerte; recordé igualmente el cuento de Hansel y Gretel, que no sé por qué o si es así, pero según yo, los padres de Hansel y Gretel los abandonaron en el bosque porque ya no los querían, y entonces, regresando a la yo parada en ese puesto musical ambulante, sentí ese cosquilleo en la nariz y mi boca comezó a compungirse cual buen preámbulo a llorar dramáticamente, cuando en eso una parte de mí dijo: “No, jess no! No llores, busca a un policía para que te lleven de vuelta a casa…”, y otra parte de mí respondía: “No, pero si tus papás ya no te quieren y te abandonaron, serías un estorbo si regresaras.”, volvía otra parte de mí a responder: “Pero… ¿cómo vas a sobrevivir?”, y la otra decía: “Tendré que pedir limosna en las esquinas, y tendré que administrar bien cada moneda para poder comprar limones, tortillas y agua, y de vez en vez un gansito cuando me haya ido bien.”, y así mi mente empezó a divagar en lo que sería de mí a partir de entonces, cuando de repente, veo que Mamufa llegó corriendo espantada hacia donde yo estaba y me dijo: “Jessie!!! No te vuelvas a soltar de mí nunca!!”.

Yo abracé fuertemente sus piernas (hasta ahí llegaba mi estatura), Mamufa pensó seguramente que se debía al miedo de estar sola, pero desconocía que fue debido al gran alivio de saber que yo no era un estorbo en las vidas de mis padres, y por consiguiente, no se querían deshacer de mí.

Papufo nunca supo ese capítulo de mi vida.
Pero continuó preguntándome los datos de mi domicilio y mi identidad a la hora de la comida…. hasta el día en que superé la edad de la inocencia.

Epílogo: “La edad de la inocencia no termina, únicamente sigue su curso.”.