lunes, 31 de enero de 2011

Misma sangre, diferentes cuerpos.

"Louis, I think this is the beginning of a beautiful friendship".
Casablanca.

- Este plano lo hice yo, jess.- Decía él mientras la ciudad dormía y me llevaba a mi casa.

- Wow! Yo no entiendo mucho de planos, pero a ojo de buen cubero parece un buen proyecto.- respondí mientras enfocaba mi vista.

- Sí, mira allá donde se ven esos carros estoy trabajando ahorita haciendo otros planos.- decía él enseñándome orgulloso su proyecto.

Y ahí con su nombre y su apellido paterno ante mi vista ya fatigada, recordé su homónimo.

- ..... oye.... ¿De pura casualidad... tu papá no figuraba hace tiempo en *tal organización*?.- pregunté curiosamente mientras regresaba hojas y hojas del libro de mi historia.

Él sonrió todavía más orgullosamente y me respondió: "Sí, yo era muy pequeño en ese entonces, pero recuerdo perfectamente la manera en que luchamos por las concesiones que nos correspondían, recuerdo la manera en que íbamos cada semana a Guanajuato y pedíamos apoyo a los representantes populares.... ahhh qué tiempos aquéllos, jess.... Por eso es que cuando pasó el tiempo y ví que muchos se deshicieron de lo que consiguieron, me dio coraje, no supieron valorar lo que había detrás de.".

Yo sonreí y asentí.

"Yo también era muy pequeña.- dije mientras seguía viendo hacia adelante- Tengo vagos recuerdos de lo que sucedió."- Afirmé a sabiendas de que la mentira que estaba pronunciando.- Pero por más que trato no me acuerdo de ti.- Dije con total sinceridad en esa segunda afirmación.- "Recuerdo algunos otros niños de nuestra edad, pero a ti no.".

"Yo tampoco me acuerdo de ti."- Dijo él entre risas.

"Mucho éxito en tu proyecto y muchas gracias por traerme a mi casa."- Dije mientras bajaba de su auto.

Y mientras abría la puerta de la calle y me despedía de él, repasé aquello que he tratado de borrar durante veinte años de mi memoria.

"Papufo.... ¿sí estarás el siguiente domingo con nosotros?"
"Tengo trabajo jessie, estaré en la capital del Estado junto a otras personas, ya casi termino este proyecto y estaré contigo todos los domingos."

Es curiosa la manera en que las coincidencias se acomodan para unir la misma sangre de hace veinte años, pero ahora habitando en cuerpos diferentes.

lunes, 17 de enero de 2011

Entre Pubertos te veas.

"Eres tan peligrosa como joven y adorable. Y es el hecho de ser joven y adorable lo que te hace tan peligrosa. Potencialmente destructiva sobre un hombre destructible."
La Noche de la Iguana.

Cuando recién egresé de los estudios superiores, y cual buena estudiante ñoña que fui por mucho tiempo, uno de mis máximos sueños fue ser docente de la Universidad de la cual egresé.

Todavía seguía siendo una chica idealista que tenía bien claro que era una obligación como ciudadana el retribuirle a la sociedad de la cual formo parte, un poco de lo mucho que me aportaba el pertenecer al Estado Mexicano.

Así que en cuanto una docente de las aulas universitarias me llamó para preguntarme si podía cubrirla en cuatro clases durante una semana que ella estaría ausente, una parte de mí se alegró sobremanera y se dispuso a estudiar las clases que debía suplir.

Al momento de entregarme temas y listas de asistencia, la profesora titular me dijo: "Necesito alguien como tú para que me supla en mis continuas ausencias, eres lista y responsable, y sé que puedo confiar plenamente en ti."

Nunca conté que las clases que debía suplir, si bien eran clases de Derecho, eran impartidas hacia el segundo semestre de la carrera de Administración de Empresas.

Yo tenía 22 años y debía hablar de contratos a alumnos de 18-19 años.

Cual buena escuela patito privada, sus aulas estaban llenas de alumnos que no habían pasado el examen en la Universidad de Guanajuato o de juniors salmantinos que querían llevarle un título a sus padres con tal de que éstos les siguieran pagando sus noches de farra.

En un inicio, yo ideé la manera de hacerles práctico y digerible la materia contractual a personas que no serían abogados en un futuro, pero me di cuenta que todas las noches preparaba mis clases en vano.

La mayoría de ellos se dormían en clase, leían otras revistas, mandaban msj de celular, o simplemente, veían fijos el pizarrón mientras se hacían chaquetas mentales.

De ese grupo, recordaré por siempre a dos estudiantes.
Ambos eran pubertos guapos peinados con tanta vaselina cual John Travolta en los 80's al ritmo de Fiebre de Sábado en la Noche.
Ambos vestían ropa nice y exudaban cierto tipo de sensualidad.
Vaya, para acabar más rápido, ambos eran pubertos sabroseables.

Sólo que uno, el que se sentaba primero que el otro, era tímido y reservado, en tanto que el otro era un verdadero hijo de la chingada. El clásico alumno con la pose de "Pago y por lo tanto, chínguense ustedes los profesores y pásenme.".
Era el clásico lidercillo mafioso de las aulas, que incitaba al desorden y siempre buscaba hacer quedar mal al profesor.

Nunca olvidaré el día en que yo enfrente del salón explicaba los diferentes tipos de contratos, cuando mi radar vio que el hijito de la chingada susurraba cosas al oído de su amigo sentado enfrente, recuerdo perfectamente que su amigo timiducho, dejó de mirar hacia abajo, subió su mirada hacia mí y su mirada adquirió un nuevo y hasta entonces desconocido brillo malicioso mientras su amigo pendejete de atrás sonreía maquiavélicamente y también me observaba.

Desvié mi mirada de ellos (fatal error) y seguí hablando de cosas que sólo a dos que tres le interesaban, y en eso, ante la total somnolencia del salón entero, sucedió lo inesperado....

El chico tímido tomó valor, se puso de pie sin pedir permiso, y mientras caminaba hacia adelante iba diciendo: "Maestra yo la verdad es que quisiera declararle mi amor en este momento, desde el primer momento que la vi quedé perdidamente enamorado de usted...".

Me quedé paralizada viéndolo boquiabierta, mientras que la frase pronunciada de sus muy antojables labios despertó al salón entero y las risas de todos los alumnos se hicieron escuchar.

Yo pensé que en algún momento el chaval se detendría para irse a su lugar, y ante mi mirada atónita, el cabrón seguía avanzando, mientras mi rostro se enrojecía de la pena, al verlo a escasos centímetros de mí, lo único que se me ocurrió hacer, fue lo más patético que pude haber hecho.....

Corrí atrás del escritorio para que hubiera un objeto que se interpusiera entre él y yo, y ante las risas de todos los alumnos, y la decisión del pinche morro ése de hacerme quedar en ridículo, yo sólo decía: "Shu, shu, vete a tu lugar", mientras rodeaba al escritorio en pose de huída.

No sé a ciencia cierta cuánto tiempo duró ese episodio de mi vida, sólo sé que el niño tímido se volvió un cabrón y recabrón con unas simples palabras de alguien más.
Volvió a su lugar con una sonrisa de triunfo y su pinche amigo culero sonreía gratamente y le dijo sabe qué madres cuando por fin se sentó en su lugar.

Obviamente toda la autoridad que tenía se perdió en ese instante.

Terminé mis clases y salí huyendo hacia mi cubículo laboral.

Nunca más me volvieron a llamar para suplir clases.

jueves, 13 de enero de 2011

Entre Mujeres.

Cuando tenía 17 años entré a la Universidad.
La Universidad era como su nombre lo dice, un Universo de ideas y maneras de pensar.

Entré usando lentes de armazón HORRIBLES, con mi pelo castaño sin peinar, sin ni una sola gota de maquillaje o pintura facial, con una NULA noción de colores que combinan, y con (mis hasta ahora) dientes chuecos de conejo.

Para esperpentos como yo, sólo había un camino a seguir: el de la ñoñez.
Así que me hice amiga de una chica casi igual de rara que yo.
Ambas proveníamos de la misma preparatoria, con la diferencia de que ella estaba en el turno de la tarde y yo en el de la mañana, y cual buenas antisociales, nunca tuvimos noción de la existencia de cada una, hasta que nos tocó ser vecinas de butaca… of course, las butacas de enfrente del escritorio de los profesores.

Cual buena escuela privada patito que era, tenía muy pocos maestros que desquitaban su sueldo, y muchos maestros barcos con quienes era fácil obtener una buena calificación.

Y cual buen par de ñoñas, sólo teníamos un propósito en la vida: Ser el primer lugar de generación.

Así que aunque fuéramos amigas, secretamente teníamos un concurso de calificaciones, y la una se alegraba con el nueve de la otra.
Nuestras pláticas eran acerca de autores, acerca de la gran cantidad de compañeros cuya estancia en las aulas era un insulto a la educación, y de una que otra novela.

En alguna clase de quinto semestre, la maestra patito nos dictó nueve preguntas, y la “pregunta de regalo”, fue: “Diga tres libros de Taylor Caldwell”, yo cual buena ñoña dije: YES!, mi amiga cual buena ñoña puso cara de: “Eso no tiene qué ver con la clase”, los otros 28 alumnos dijeron al unísono que eso no era pregunta de regalo.
La maestra que se había percatado desde un principio, de la competencia que había entre mi amiga y yo, dijo: “Ammmm….. digan el resultado del marcador del partido de ayer de México.”, todo el salón dijo: YES!!!!, yo cual buena hincha que he sido toda mi vida del fucho, dije: “Yeah!”, y mi amiga que creía que ver jugar a la decepción era una pérdida de tiempo y mejor se dedicaba a leer, dijo: “Quuueeeeé?”, y obviamente sacó un nueve de calificación.

Cuando tuvo su examen entre sus manos, una parte de mí se alegró y sonrió malignamente mientras delante de mí estaba mi calificación perfecta.

Mi amiga se mega encabronó y dijo que iría a hablar con el director porque esa pregunta no tenía nada qué ver con la materia impartida.

Al terminar la clase, ella no quitaba la vista de su examen, y aunque siempre fue de un carácter determinante, por primera vez en mucho tiempo la ví un tanto expuesta al mundo…. Por un pinche punto menos de la excelencia.

Entre la algarabía de la chicharra que indicaba que era hora de la siguiente clase, ví cómo mi amiga se acercó a la maestra, quien la escuchó indiferente , dijo unas palabras y salió del salón sin voltear atrás.

Por primera vez en mucho tiempo, acepté mi impulso, tomé mi examen y salí entre la marabunta que salía en chinga a las canchas o a la cafetería, corrí hacia la maestra y le dije: “Maestra, quíteme un punto a mí y déselo a ella para que tenga diez.”.

La maestra me vio como el esperpento que yo era y me dijo: “Ella ya tiene su diez. Y tú no te dediques a regalar puntos o terminarás reprobada.”.

Regresé con mi pantalón fucsia, mis calcetines amarillos, mis tennis negros y mi sudadera azul marino a mi lugar del salón, saqué mi código civil, volteé a verla y le dije: “Dice la maestra que tienes diez.”. Ella me dijo: “Sí, ya lo sé.”, y volvió a sonreír displicentemente como siempre lo había hecho.

El día que fue nuestra titulación, ambas vestíamos toga y birrete, de antemano yo sabía que ella había sido el primer lugar de generación, y se haría acreedora a la medalla no sé qué, de nombre medio mamoncito: a ella dos décimas la separaron de la excelencia en toda la carrera, en tanto que a mí tres décimas lo hicieron.
Los estudiantes estábamos sentados en la fila delantera y nuestros familiares en las filas subsecuentes.

Y debido a un error de los idiotas de dirección, al momento de nombrar al alumno más destacado de la generación, el rector me nombró a mí.
Mi amiga ya estaba en acto de levantarse de su lugar, ví al director de mi carrera abrir grande los ojos, todos mis compañeros de aulas titulados igualmente por excelencia volteaban a verme y murmuraban, yo me hundí lo más que pude en mi asiento al sentir la mirada furiosa de mi amiga hacia mí, los murmullos en el auditorio no se hicieron esperar, así como tampoco las carcajadas de ardilla que logré identificar al instante.
Yo pensé: Malhaya sea mi suerte! Mis sales, mis sales! Qué congoja!!!

Después de que se hicieron las aclaraciones pertinentes, ella subió a recibir su medalla.

Ella se decidió a entrar al Poder Judicial Local de mi Estado hace tres años.
Yo desde mis dulces 19’s aposté por el trabajo que ahora desempeño.

Ella ha ido ascendiendo de manera decidida durante estos últimos tres años.
Yo webonamente he ido fogueándome de la experiencia de mi jefe.

Antier ella vino a verme para certificar unas copias, la alegría de verla hizo que me parara de mi lugar y fuera directamente a abrazarla y preguntarle cómo le había ido.
Mi jefe que estaba esperando un cliente que se dilató en llegar, se acercó a saludar a mi amiga y duró una hora intercambiando opiniones del viejo lobo de mar que es, con respecto a las nuevas reformas constitucionales que mi amiga maneja a la perfección.

Al finalizar, y antes de despedirse, ella me miró con un brillo en sus ojos que nunca conocí en nuestros años mozos.
Sonrió y me dijo esa frase que a nosotras las mujeres nos enloquece: “Me voy a casar, y quiero que tú estés a mi lado.”.

Una verdadera alegría y emoción recorrió mis venas, y de manera auténtica la abracé deseándole todo el éxito del mundo y diciéndole entre sonrisas: “Espero verte en unos años de Juez de Salamanca, y espero que para ese entonces, yo sea Notario.”.

Ahora no hacen falta preguntas de regalo, porque el examen de la vida no te obsequia nada.
Tampoco hace falta un impulso ajeno para favorecer a la otra, porque ambas poseemos el impulso propio para llegar a nuestras metas.
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Aviso de Ocasión.

El pasado 08 de Enero cumplió años ZUzana!!!!!
Los mejores deseos para ti amigaza!!!!
Larga vida al Viejerío Weekend!!

jueves, 6 de enero de 2011

ENERO, rosca de Reyes cortamos!

"No somos polvo, sino Magia."
Richard Bach.

Cuando yo era niña y cual buena niña del centro del país, sabía que Santa era un mito europeo o estadounidense, de existencia muy dudosa ya que no todas las casas tienen chimenea para que él, con esa reserva energética lateral, pudiera bajar sin lesionarse.

Y tomando en consideración que en el muy dudoso caso que real y lógicamente pudiera ser verdad tremenda barbarie, era prácticamente imposible que Santa pudiera repetir dicha acción tantas veces como casas hubiere, en tan sólo unas pocas horas nocturnas.

Peeeeero, en contraprestación, era totalmente factible el hecho de que entre tres personas se triplicara la velocidad y eficiencia de la magia que rodea la inocencia de la mayoría de los niños del mundo.

Inclusive nunca nadie vio a Santa, pero al contrario, había mil y un testimonios acerca de hombres vestidos con túnica, montados sobre un caballo, un camello y un elefante, que fueron vistos por más de un niño a altas horas de la noche.

Los emparedados de crema de cacahuate con mermelada o las galletas que los niños dejábamos al pie del árbol, amanecían todos mordisqueados, e inclusive el agua que dejábamos en cubetas para que los animales calmaran su sed, amanecían vacías.

La prueba que cualquier niño necesitaba para creer en la existencia de los Reyes Magos era todavía más racional que todas las demás: Los Reyes Magos existen porque cada noche podemos verlos en el Cielo (tan mío, tan nuestro), tres estrellas seguidas brillando en la negra noche y aluzando lo que había debajo de ellas, en la Tierra, vigilando cada uno de nuestros actos para estar bien seguros de si nuestra conducta redactada en la carta que se colocaba en el zapato, era cierta o no.

La prueba final que alimentaba mi fé y total convicción en la magia, era que los juguetes que yo pedía en mi carta, no eran juguetes comerciales que salían en la televisión y casi improbables de conseguir en esta pequeña ciudad, sino juguetes que yo veía en los aparadores de las jugueterías locales.

La noche del 4 de Enero, invariablemente papufo llegaba a la casa del trabajo, y nos llevaba a ardilla y a mí a visitar las tiendas del centro de la ciudad, y de allí recabar el material para redactar nuestra carta.

Mis padres me decían que debía medirme en mi regalo, ya que había muchos niños en el mundo, y los Reyes no tenían tanto dinero como para traer regalos caros a todos.


Así que la mañana del cinco de Enero, tomaba un papel y pluma, y comenzaba a reseñar cómo me había portado desde su última visita, hacía promesas de mejorar mis calificaciones y no decir mentiras para evitar castigos, y pedía que le enviaran mis saludos al niño Jesús.

Inexplicablemente, los Reyes no sólo traían el regalo que yo había pedido en mi carta, sino algún otro juguete que me había gustado mucho mientras recorríamos las vitrinas y yo no había anotado en mi misiva.

Sabía a ciencia cierta, que eso sólo era posible toda vez que realmente Melchor, Gaspar y Baltazar podían ver todo lo que ocurría en el mundo.

Hoy a varios años de esa etapa de mi vida me pregunto:

¿Qué son las estrellas? ¿Son Libélulas que se quedaron pegadas en el firmamento? ¿O cuerpos celestes con luz propia? (Jacuna Matata!!)..... Quizás son una guía para observar el Nacimiento del Niño que dividió la Historia en un "antes" y "después", o tal vez un efecto óptico de un cuerpo en proceso de destrucción que existió tiempo atrás.

Sea como fuere, hay tres estrellas que son recordadas hoy con especial ahínco, porque nos recuerdan que "No somos polvo, sino Magia.".


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Aviso de ocasión:

¡Felicidades güerquilla!!!

martes, 4 de enero de 2011

Orgullo Filial.

Iba yo en sexto semestre de Universidad.
Mi Universidad, lejos de ser el alma mater de la que yo ansiaba egresar en mis estudios superiores, fue una escuela local privada, que en ese entonces, ni siquiera tenía el grado de “Facultad de Derecho”.

Pero si algo he de reconocer, fue que su primer Consejo de Alumnos realizó un ciclo de conferencias magistrales.

Recuerdo que ese día llevaba yo un pantalón negro y una blusa de diversas tonalidades verdes.

Y entonces, apareció ahí frente a todo el auditorio.

Un hombre delgado de edad muy avanzada de paso lento, con el pelo totalmente blanco y de piel más blanca todavía.

Su sola presencia llenaba la sala donde todos lo observábamos.
Su lucidez mental me impactó sobremanera.

La gran ponencia que tuvo se contrapuso al interés de la mayoría de los estudiantes que sólo estaban sentados ahí porque había un maestro pasando lista y vigilándolos.

Pero lo que más recuerdo de ese día, es que no sólo hubo alumnos en el auditorio, sino también un abogado salmantino.

De esos abogados que son conocidos en un pueblo chico, y que su trayectoria es reconocida como ejemplar.
De esos abogados, que sin tener un posgrado en su curriculum, tienen más éxitos que muchos doctores de la ciencia jurídica.

El abogado local asistió a dicha conferencia porque su hijo era alumno de dicha institución académica, y de esa manera se enteró de la personalidad que estaría visitando nuestra pequeña ciudad.

Al finalizar la conferencia, durante el período de preguntas y respuestas, sólo ese abogado levantó la mano para manifestar su duda.

Volteé a ver al ponente, quien sonrió ligeramente, asintió con la cabeza y dijo: “Abogado Hernández, es un placer para mí contar este día con su presencia…… con respecto a su pregunta……”.

Yo me quedé boquiabierta, volteé a ver al hombre parado que sobresalía del demás auditorio y manejaba perfectamente el tema, y a su lado ví a su hijo, quien nunca se distinguió, ni se ha distinguido, por ser tan brillante como su progenitor, pero pude percatarme del orgullo que brotaba de la mirada de mi contemporáneo.

Fue entonces, cuando algo dentro de mí se encendió y sintió algo así como “Yo quiero eso”.

Yo quiero que un día, alguien reconocido en el medio en el que me muevo día a día, reconozca mi trayectoria y me diga: “Abogada Rabbit, es un placer para mí contar este día con su presencia…..”….. y sólo si tengo suerte, Max esté a mi lado, sintiéndose orgulloso de su mamufa.