viernes, 25 de mayo de 2018

Nuestro depa.

"Así decía el hierro al imán: Te odio porque me atraes sin que poseas fuerza suficiente para unirme a ti."
Friedrich Nietzche.


Todo terminó entre Él y yo.
Mi cuento de hadas fue tan frágil, fugaz e intenso, como estresante y cansado.

Cuando yo le conocí, sabía que llevaba un año divorciado y que tenía un hijo de 7 años que es su máximo orgullo y adoración.
Lo veía los martes y los jueves para comer, y los domingos por la mañana o por la tarde.

Eso permitía que yo saliendo los viernes de trabajar, en un inicio en camión, y con el tiempo manejando mi runrún, a su ciudad, y me quedara en su departamento desde los viernes por la noche hasta los lunes por la mañana que me regresaba a mi dulce nido.

Nunca había tenido vida en pareja tan... de pareja.
Nunca ningún hombre me había hecho un espacio en su clóset, me había cedido un buró, me había comprado un cepillo dental...
Tenía yo ropa mía en mi ciudad y en el depa de Él.
Los sábados por la mañana, yo lo bajaba a despedir para que se fuera mediodía a su trabajo, y los domingos lo despedía igualmente en lo que él iba con su Mini Él a desayunar, y volvía a quedarme dormida un rato más en lo que Él llegaba a pasar el resto del día conmigo.
Hizo todo lo posible porque su depa de soltero fuera perfecto para ambos.
Decía que era "nuestro".

"Ya el depa comienza a oler de ti", me dijo un día... "cuando barro, ya también hay mucho cabello tuyo"....
Y quizás empezó a hablar de futuro muy pronto.
Y yo, tontamente, le creí.

¿A qué mujer no le entusiasma ver que alguien educado, amable, gentil, inteligente y cariñoso piensa hasta en tener hijos a su lado? ¿En formar una familia? ¿En conocer el mundo juntos? ¿En ir a conciertos y encontrar el postre perfecto?

Me decía exactamente todo lo que siempre añoré escuchar de alguien, pero era mucho mejor, porque provenía de Él.

Así que hice, lo que idiotamente jamás hice con anterioridad, cerré mis ojos, y creí en Él.
Me atreví a soñar, e hice míos sus sueños y planes de futuro, y no podía esperar, con ansias, la manera creativa en que Él me pidiera ser su esposa.

Nunca habló mucho de su infancia, siempre fue muy hermético.
Sólo hablaba mucho de su abuelita paterna, que fue quien lo crió de niño.
Se llamaba Marisela. Sabía tocar el piano. Era culta y refinada. Tenía camafeos que había comprado en sus viajes a Italia.
Decía que Ella habría estado encantada de conocerme, porque yo era "fina y educada".
Dijo exactamente cada palabra que abre el mágico corazón de una mujer que se siente especial.

El primer domingo de Marzo, él llegó a -nuestro- departamento con la noticia de que por primera vez desde su separación, su ex mujer le permitiría quedarse con su hijo un sábado por la noche.

No fue un sábado por la noche.... fueron todos los sábados a partir de ahí.
Saqué mi ropa de su clóset, para que ahora se llenara de los juguetes de su hijo.
Escondí mis cosas personales porque todavía no era el mejor momento con su hijo de saber de mí, y sobre todo, porque si su ex mujer se enteraba de mí, seguro haría hasta lo imposible por evitar que Él, mi Él, viera al hijo de ambos, que es la persona más importante para Él.

Después de interminables momentos de estrés entre Él y yo, llegamos a la conclusión de que sólo nos veríamos los viernes por la noche, y los sábados para comer, y cuando se pudiera los domingos por la tarde, en cuanto Él entregara a su hijo con su ex mujer.

Todo el mes de Mayo no pudo verlo a Él.
Se distanció totalmente de mí.
No era eufórico conmigo como antes.
No respondía mis mensajes ni mis llamadas.
Y ahora estaba buscando la manera de estar con Su hijo desde el viernes por la noche hasta el domingo en la noche, porque su hijo lo necesitaba.

La verdad es que, era mi novio, y yo también lo necesitaba.
Estiré mis tiempos lo más que pude, con tal de seguirle viendo, pero él hizo hasta lo imposible por ya no tener tiempo para mí.

"Créeme que cuando te hablé de futuro, en ese momento lo sentía, pero las cosas cambiaron".... me dijo.... por teléfono.

Y hoy, Viernes, que hay deportes en la noche, no puedo evitar llorar al pensar que ya nada Volverá a ser igual.