viernes, 25 de marzo de 2011

Odisea en la Pinky Zone.

Y de repente estábamos Mamufa, ardilla y yo en la Central Norte de autobuses capitalina.

Recuerdo que pisé esas instalaciones muchas veces cuando era niña, y ahora simplemente sus dimensiones se han encogido para mi perspectiva.

Seguimos a ardilla que nos guió a la estación de metro y de ahí nos dispusimos a buscar nuestro destino.

Decía Frankie que quien la hace en NYC, la hace en cualquier parte del mundo.... Yo digo que si te sabes mover en el metro capitalino, te sabes mover en cualquier metro del mundo.

Multitud de personas avanzaban a nuestros lados.

A punto de subir en la primera estación, ardilla y Mamufa se hicieron a un lado y yo quedé exactamente en frente de la puerta, ardilla me explicó que no debía hacer eso, que por educación, primero la gente descendía y después subía, y que no interfiriera el tráfico.

Acto seguido y después de dos estaciones, nos tocó trasbordar en otra dirección, y yo con mi maleta pensé, okay, okay, primero bajamos y luego se suben los demás.... ajá...... yo tenía mi nariz afuera cuando la multitud de gente de fuera se dejó venir hacia dentro en cuanto se abrieron las puertas, como pude saqué mi maleta y mientras el metro cerraba sus puertas para seguir su camino, le grité a ardilla: "Ahí está tu pinche educación!!!".

Pasamos por un túnel científico muy chistosito, pero muy oscuro y muy largo, yo en chinga me fui corriendo como pude y le dije a ardilla "Muito peligroso esto!!", pero hay una parte, donde sólo se ve en el techo la bóveda celeste, y todas las constelaciones azuladas llenaban armónicamente el lugar.... de no ser porque hay chingo de gente caminando y empujándote a caminar, me hubiera detenido a ver la constelación de Acuario...

Seguimos nuestro camino y nos subimos a otra estación de metro.

Lo más gracioso de viajar en metro, son los vendedores ambulantes que encuentras ahí, no por ellos, sino por los productos que ofrecen.

La primer señora que se subió vendía dos paquetes de kleenex por cinco, CINCO pesos!!!

En cualquier tiendita local, te venden un sólo paquete por los cinco pesos.

"... Y si lo que quieres es divertirte, compra el CD de rock en español de los 60's, Mira, Mira!".

Y ahí entre túneles y apretujones, escuchas cantar a Enrique Guzmán y gente contemporánea de él.

Otro más ofrecía un CD con la guía y las respuestas al examen CENEVAL para entrar a la preparatoria.

Pero quien más llamó mi atención fue un niño como de ocho años que vendía curitas por cinco pesos.

¡¡¡¡Un niño de ocho años!!!

¿Cómo una madre puede enviar a su hijo de esa edad a las fauces del metro a vender curitas todo el día??

¿No tiene miedo de que le pase algo??

Yo veía incrédula al pequeño mientras mi corazón sentía aflicción, cuando ardilla se acercó a él a negociar su producto.

La verdad es que el niño tenía mucho carisma, de esas cualidades que no puedes ocultar, o se tiene o no se tiene.

Ojalá que ese pequeño niño no termine en malos pasos.

Nos bajamos y seguimos hacia nuestro destino.

Y después de una vuelta kilométrica que la orientación chafísima de mi sis nos hizo dar, por fin encontramos el lugar donde nos hospedaríamos.

Nos registramos y subimos a cambiarnos de ropa y a refrescarnos.

Después de ello, Mamufa y yo nos dirigimos bien preciosas a nuestra primera cita.

Nos tomaron una foto y nos tomaron nuestras huellas digitales.

Salimos a esperar ver pasar a ardilla y en el inter vimos pasar a ..... César Costa!!! wooooow!!!! uno puede encontrarse con cualquier astro televisivo en la Ciudad Capital.
Sí que sí.

De ahí, fuimos a comer a la calle Hamburgo número 134.... no, no, no, no, nooooo!!! qué delicia caray!
Un verdadero restaurante japonés.

Nada de mexicanos preparando la receta que todos conocen, sino probando el verdadero sabor de la cocina japonesa.

El lugar tiene una linda, linda planta baja, donde hay una fuente muy al estilo oriental, subes y ahí encuentras muchas mesas y una fila esperando su lugar.

Y bueno, lo primero que yo busco en un lugar para comer es un buen servicio, contados son los lugares donde acudo que tienen mal servicio, aún cuando la comida sea de buena calidad.

Los japoneses súper amables y atentos nos preguntaban a menudo si todo estaba bien.
Y sonreían con nosotras.

Los postres japoneses curiosamente no son nada dulces jejeje.

Me puse a pensar en que es una verdadera pena que gente tan educada, trabajadora, culta y amable esté pasando por una crisis de tal magnitud.

Y al finalizar salimos a nuestro hotel a cambiarnos de ropa para volver a andar de jeans, no sin antes ver asomarse a un japonés que terminó enamorado de nosotras para gritar: "Adiooooosssss!!!".
En lo dicho, esa increíble cualidad que se tiene o no se tiene.
Creo que regresé enamorada jejeje.

De ahí hubo un repentino cambio de planes, y nos dirigimos a casa de nuestros familiares, quienes nos llevaron a una nueva plaza muy nice en el DF... Paseo Acoxpa o algo así, y he de decir que es la plaza más bonita que yo he visto en todo el DF. Su suelo tipo colonial y sus techos cual sombrillas enormes, muy, muy bonita la verdad.

Entré a Petland y ví a Pinkey viéndome como suplicándome para que lo comprara, cuando me dijo el vendedor que estaba en la risoria cantidad de $20,400.00 .... sentí un golpe en el corazón, y jejejeje pues ni aunque mi TC estuviera limpia, podría pagar ese precio jejejeje.

Le mandé un beso, lo miré a los ojos y le dije: "Algún día nada se interpondrá entre tú y yo, Pinkey....".

Tomamos un café, platicamos de planes, fuimos a cenar a casa de mi tía y de ahí pedimos un carro de sitio que nos llevara a nuestro hotel.

El día siguiente.... chacacháaaan!!! con los nervios en su máximo apogeo, mamufa y yo salimos igualmente guapetonas a un lugar ubicado a seis cuadras del hotel, dicho sea de paso, ni aunque yo llevara tacones, me cansé porque la vereda por la cual transitábamos es linda, linda, linda!

Ya ahí nos despedimos de ardilla y nos dispusimos a esperar.... cinco, CIIIINNNNCCCCOOOOO horas para estar frente a una ventanilla que tenía detrás de sí a un venerable anciano, serio, muy serio, que nos veía rígidamente y nos bombardeaba de preguntas.

De un sobre saqué y saqué y saqué y saqué y saqué documentación.

Recordé que hace siete años había estado en el mismo lugar, sólo que sin mamufa, sin arreglarme, de jeans con playera negra, sin pelo teñido, sin una sola gota de maquillaje y con sólo mi constancia de estar estudiando un posgrado.... y hacía siete años, me habían dicho "Gracias por participar, suerte para la próxima."... Y en el inter, dije "Ah síii? pues entonces conoceré otros lugares, ni quien quiera conocer los States, jum! pues éstos!!". Y juré y perjuré que nunca más volvería a intentar obtener la VISA norteamericana.

Y dicen que más rápido cae un hablador que un cojo... jejeje.... porque mi Papufo me estuvo dice y dice y dice y dice que volviera a aplicar, que no podía ser posible que conociera otras partes del mundo y no visitara la primer potencia mundial, bla bla bla bla bla... hasta que me convenció, y así como por un impulso, un impulso maratónico, dije okay, venga de ay'!

Después de 10 minutos de incertidumbre, y de no perder la calma por ningún motivo, y de sonreír amablemente, nuestro interlocutor, volteó y nos dijo: "Su VISA ha sido aprobada.".

Estoy segura que influyó poderosamente que yo llevara conmigo mi mágico cuarzo rosa.
Desde su llegada, simplemente mi vida ha sido intensamente rosa.


Aún más rosa que la Zona donde nos encontrábamos.

Ardilla nos estaba esperando en el lobby del hotel debido al gran retraso con que salimos de la Embajada, de ahí fuimos a comer en un bohemio restaurancito, y de ahí nos dirigimos a la Central de autobuses nuevamente.

Al subir al camión, exhausta físicamente (no sé por qué razón mi maleta siempre pesa tanto!!!!!), pensé en todo lo que había pasado en tan sólo dos días.

Detrás de mí se quedaba un encantador japonés que no olvidaré nunca en mi vida;
Una estrella de televisión que alguna vez fue un Papá soltero;
Un paseo de la ciencia con la bóveda celeste en su techo;
Dos pasaportes en trámite de tener una hoja extra;
Pinkey tras un aparador esperando que alguien millonario pague su precio;
Un pequeño niño carismático que todos los días, se sube al metro en horario escolar, para vender curitas por cinco pesos....

No sé qué nuevas aventuras me tenga preparadas el destino, no sé si inclusive un día llegue a tomarme un martini en un Piano Bar de Manhattan, no sé si podré comer en el Astoria, ni si veré en vivo y a todo color a mi non plus ultra en Broadway...

Pero sé que todo en la vida tiene una razón de ser.
Y que todo llega a nosotros, en el momento adecuado.

Mientras tanto, yo sigo sujetando fuertemente mi cuarzo.

Su color rosado ahora es más intenso desde que anduvo de un lado a otro en la Pinky Zone.

lunes, 21 de marzo de 2011

"Un franco por tus pensamientos."

Mi amiga Sophie y yo salimos anoche a tomar un café.
Aprovechamos que hoy es día inhábil y podríamos explayarnos en nuestra plática.

- ¿Qué tal la luna de anoche eh jess? - dijo ella con su sonrisa inocente de siempre.

- .... lo de toda la vida.- respondí yo con un gesto de fastidio.- Días antes de su llegada comienzo a ponerme vulnerable y aprehensiva, siento como si hubiera tomado grandes dosis de cafeína, siento algo parecido al pánico y al descontrol mental, y tengo que hacer uso de fuerzas extremas para no caer en la locura.

Sophie sonreía condescendientemente al observarme dar muestras de mis creencias absolutas en la energía cósmica y en los efectos de los astros y cuerpos celestes sobre los entes vivos.

- Yo conozco la Luna llena de París.- dijo mi trendy amiga mientras recogía su pelo lacio detrás de su lóbulo derecho y sus ojos comenzaban a brillar intesamente como cuando va a platicar de lo que verdaderamente le apasiona.- Me encontraba yo en Montmartre, debajo de mí la Ciudad de la Luz y sobre mí, la Luna llena de París.... de las cosas más hermosas que mi mente puede recordar.

Yo sonreí y comenté: Quién como tú Sophie, yo moriría de miedo si un día estoy en París y su luna llena me ataca, capaz que ahí sí termino por convertirme en un ser raro de otros mundos.....

Ambas reímos, mientras coincidentemente en nuestro café tocaban música francesa.

(Les recomiendo ampliamente la estación virtual www.jazzradio.com en su ventanita "Paris Cafe", realmente es ..... encantadora.)

- En corto inicia la primavera.- me dijo Sophie.

Yo miré dubitativamente hacia la nada, tomé mi impulso así como mi celular, fui a mi agenda, y comencé a hacer cuentas en su calendario.

Después de la mirada curiosa de mi amiga, y de cinco minutos de estar contando un día por un día, volteé a mirarla con una sonrisa para mí desconocida y le dije:

- En unos minutos será el día 500.

Sophie me vio como diciendo "pinche vieja loca, no te entiendo." y me dijo: "La Luna llena sigue todavía haciendo efectos raritos en ti.....".

Yo reí y asentí.

Sophie vio mi mirada ida en algún lugar del espacio, y mientras yo pensaba en un cúmulo de aventuras, historias, instantes, inmensas alegrías, corajes intensos, dramas hormonales, compañías físicas y a través del celular, detalles propios y ajenos, consejos y sonrisas fraternales, Sophie rompió el silencio entre ambas y cual buena cinéfila de los clásicos hollywoodenses me dijo: "Un franco por tus pensamientos.".

Marzo 21; 2011.

Y así como así, no sólo llegó la primavera, sino los primeros 500 días a su lado.

martes, 15 de marzo de 2011

Nada qué temer.

De niña siempre tuve miedo a lo que habría de venir, cada paso que di fue siempre un duro golpe a mi inseguridad…. Hoy viéndolo en retrospectiva, si tuviera un deseo, pediría viajar en el tiempo como actualmente soy, presentarme a la jessie que fui, abrazarla fuertemente unos instantes y susurrarle a sus pequeños oídos: “No hay nada qué temer, mi dulce niña….. No hay nada qué temer…..”.

¿Puede tenerse todo en la vida?

Obviamente, No.

Comenzando porque la palabra “todo” es tan subjetiva.

Lo que para mí es todo, seguramente es risorio para Carlos Slim o una mentada de madre para un niño de la sierra Tarahumara.

Pero de lo que me he percatado claramente, es de que Nunca Nada es suficiente, siempre queremos tener más y más.

Como si el ser propietario de algo, llámese objetos materiales, conocimientos, éxitos, kilos menos, momentos felices, besos, y un largo etc., fuera una línea invisible que una vez cruzada, se volviera tan…. indiferente.

Siento que estoy a muy poco de llegar al clímax de mi vida.

Pero tengo miedo de que ese momento futuro e incierto, al actualizarse se vuelva… indiferente.

Estoy en un punto en el que si bien no me sobra el dinero, sino que he tenido arduas crisis financieras (maldita influenza) y momentos en los que me he sentido multimillonaria (por pedir whisky en lugar de sheve en el bar), pero es como si de repente cualquier cosa (cualquier cosa razonable pues) pudiera ser alcanzable.

Y simplemente te da miedo.

Es como si hubiera una lámpara mágica que te dijera: “Te gusta viajar? Pues entonces, tendrás un viaje poca madre cada dos años, Te gusta soñar con tu propia casa? Pues entonces, poco a poco irás ganando para pagar la hipoteca y tener ese increíble clóset que tanto has soñado, y al ocaso de tus días, podrás ver esa construcción erigida frente a ti, y recordarás que fue tu sueño a los dulces y eufóricos 29’s…..”, pero la lámpara no te mostrara que no hay nadie a tu alrededor.

Sólo tú y tu casa, y los recuerdos de tus viajes.

Y en secreto, muero de ganas y deseo ansiosamente, que la mujer madura que he de ser a los 50’s, se me aparezca enfrente unos instantes en este momento, me abrace fuertemente y susurre a mis oídos: “No hay nada qué temer, mi dulce niña….. No hay nada qué temer….”.

sábado, 12 de marzo de 2011

Gallinita Ciega.

Cuando se es infante colocamos a nuestros progenitores en un pedestal de tal altitud, que la confianza que les profesamos es plena y absoluta.

Si a la creencia de que son seres omnipotentes le sumamos el efecto psicológico que causa en los niños el hecho de que tomen nuestra mano y la sujeten fuertemente, se va creando una idea muy clara de lo que significa la palabra "seguridad".

Nunca he sabido el rango de edad de las personas que leen este blog, pero estoy segura que más de uno jugó antaño "gallinita ciega".

Cerrabas los ojos y le confiabas a alguien más tu vista, el otro, quien te guiaba, debía decirte: "cuidado, hay un escalón; ahora vas a subir una gradita; nos vamos a ir hacia la derecha; ahora a la izquierda; etc. etc. etc.".

Quien lo haya jugado sabe bien que era realmente difícil dar los pasos, tus demás sentidos se avivaban hacia la impotencia de no poder ver y percatarte por ti mismo el camino a recorrer, pero era una genial dinámica para reafirmar la confianza hacia los demás.

Cuando mamufa me llevaba de la mano por las calles de este dulce nido, y al efecto de quitarle monotonía al camino recorrido, solía decirle que jugáramos a la Gallinita Ciega.

Mamufa sonreía, tomaba mi mano y me guiaba por las calles de esta Ciudad.

Sólo con ella no era difícil dar los pasos hacia adelante, no confiaba en mis primos que aprovechaban cualquier oportunidad para hacer travesuras y hacerme tropezar en dicho juego, pero Mamufa en cambio era un ser de extrema sabiduría y bondad, y sobre todo, me amaba profundamente y cualquier acto o palabra de ella hacia mí sería libre de maldad o malas intenciones.

En efecto, nunca hubo maldad o malas intenciones de Mamufa hacia mí, al llegar a nuestro destino me decía que el juego había terminado, yo abría mis ojos, me alejaba del mundo de la oscuridad y sonreía como todas las niñas de mi edad.

Una tarde Mamufa y su hermana me tomaron para ir hacia la tortillería.
El camino era realmente muy corto, así que tomé la mano de Mamufa y le pedí jugar nuevamente.
Mientras íbamos, Mamufa iba platicando enfáticamente con su hermana, mientras aceleraba el paso. No puedo negar que sentía miedo al dar los pasos más rápidos de lo que normalmente avanzaba cuando Mamufa y yo jugábamos, pero la sensación de poder casi ir corriendo con una venda imaginaria en los ojos, era una experiencia liberadora.
El sentido del tacto se agudizó en ese momento y el aire chocando contra mi rostro nunca fue más fresco ni se hizo tan presente en mi vida como en ese momento.

Estando a punto de llegar al éxtasis de la libertad, de repente.... Mi frente sufrió un colapso brutal contra el vértice de una ventana que estaba abierta hacia afuera en una casa vecina.

El impacto fue tal, que antes de tomar conciencia plena de lo que estaba sucediendo, el intenso dolor que sentía mi cuerpo emergió del mismo a través del llanto, Mamufa y su hermana se paralizaron al instante, y se acercaron preocupadas hacia mí que lloraba desconsoladamente.

La congoja se podía ver a través de los ojos de Mamufa que había olvidado que me llevaba a ciegas.

Duré una semana con un chipote tamaño caguama.

Y sobra decir, que nunca más volví a jugar Gallinita Ciega.

jueves, 10 de marzo de 2011

De Piedra y Azulejo.

“El patio de mi casa es particular, se moja y se seca como los demás.”
Canción Infantil Popular.

La casa paterna tiene una escalera hacia abajo que conduce a las construcciones principales.

Dicha escalera está hecha de piedra.

Tan fuerte que ha sido capaz de sobrevivir a los 70 años que lleva de existencia sin una sola remodelación.

La primer cosa que se encuentra al terminar dicha escalera, es una banquita.

Dicha banquita está cimentada sobre piedra, y tapizada de azulejo.

Cuando era niña siempre creí que esa banquita era la cosa no natural más bonita de toda esa casa.

Estaba al aire libre, podías sentarte ahí aún en días calurosos y sentir frescura por el material con el que estaba hecha, y tener una visión del primer patio de la casa.

El patio era todo de piedra, y en él jugábamos todos los infantes con bicicletas, patines, patinetas, balones, cuerda para saltar, resorte, gis para “hacer” un bebeleches o gigante como yo lo conocía, canicas, trompos, yoyos, la rueda-rueda de San Miguel, la trais, las escondidas, colores, y todos aquellos juegos no tecnológicos con los que crecimos los nacidos a finales del siglo pasado.

Sobra decir que cada vez que nos caíamos, tremendos chingadazos que nos metíamos, y dichos golpes, eran coronados con nuestros berridos y con la sangre que brotaba de nuestra piel, y caía sobre la piedra que formaba el patio, y de todo ello daba fe la banquita de azulejo colocada al terminar las escaleras.

Mamufa solía decirnos que cuando tuviéramos novio, nos sentaríamos en esa banquita para echar reja.

La verdad es que nunca ningún novio o pretendiente mío, se sentó sobre ese azulejo cimentado sobre piedra.

Ahora el patio firmemente construido de la casa paterna, se ha deformado ligeramente ante las raíces del phycus que lo adorna.
Pero no se ha vencido ni destruido, continúa fuertemente aferrado a su propia naturaleza.

De todo ello, fue fiel testigo mudo, la banquita colocada al fondo, cimentada sobre piedra y adornada de azulejo.

No dejo de aprender que la vida debería ser así, cimentada fuertemente sobre piedra y adornada hermosa y pintorescamente, de azulejo.




Aquí la pic histórica, al fondo en la banquita, mi mamufa sentada al lado de mi abuelita paterna qepd, y ahí al centro, Little jessie.