domingo, 27 de enero de 2013

Y coincidir.

"... tantos mundos, tanto tiempo, tanto espacio, y ... coincidir".

El viejo mundo lucía como hace dos años lo había dejado.

Diferente, abrumador, elegante, impetuoso.

Era nuestro primer día en Munich y dado que estábamos en pleno Oktoberfest, había gente pululando por doquier.

Busqué como pude un lugar donde comprar un café, hacía aire frío y mis ansias -extrañamente- sólo pueden ser calmadas por ésa bebida de cafeína.

Entramos a una cafetería que llamó mi atención por sus postres, corroboré que el mejor país donde trabajan la manzana en postres, es Alemania.

Mientras decidía con qué acompañar mi café, volteé a ver los chocolates y sus envolturas.
Por 5 euros te daban dos chocolates y una envoltura divina y artesanal, en forma de niño grajero.
El trabajo estaba realizado minuciosamente y me enamoré de él.
Como el viaje iba iniciando, 5 euros para mí eran pan comido y una cantidad insignificante.

- Oye jess -dijo Harris- faltan 17 días de andar de arriba a abajo y tu niñito se ve medio frágil.... No va a llegar nunca entero a Salamanca.

- Cállate zoquete -dije yo- para eso te traje a ti, para que me ayudes a cargar.

Cuando mi viaje terminó y llegué a mi casa, socrosa, más jodida que nunca en la vida, más cansada que nunca en la vida, pero más eufórica también, comencé a sacar los souvenirs para entregarlos a la brevedad.

Cuando ví mi niñito de Munich sentí alegría al ver que milagrosamente no se había desbaratado.

Al día siguiente fui con una amiga querida -muy querida- llamada Miroslava.

Tenía duda de regalarle mi niñito o un imán para su refri, ya que ella es la mejor chef que conozco, mi lado egoísta quería darle el imán porque no me gustaba tanto como mi niñito relleno de chocolates, pero el cariño que siento hacia ella es mucho más grande que mi egoísmo.

Al decirle que le había traído algo y mostrárselo, pude ver en su rostro expresiones de felicidad genuina, casi lloraba y me dijo: "jess toda mi vida he buscado tener un gnomo!!! los amo, he leído tanto acerca de ellos, y ahora, tú lo encontraste y me lo trajiste."

Miroslava, como yo, creemos en la magia, en las dulces coincidencias, y en las señales del destino.

Yo sonreía poque yo seguía viendo un niño granjero, pero ella veía al gnomo que había estado buscando en su incipiente juventud.

Me di cuenta que ese niño/gnomo, no era para mí.
Estaba en Munich, esperando pacientemente su turno de coincidir con Miroslava.