lunes, 26 de septiembre de 2011

La vida es sueño.....

¿Qué significan los sueños?
¿Qué mecanismo cerebral se activa cuando quedamos inconscientes y dormimos?

La verdad desconozco completamente del tema.
He escuchado que son deseos reprimidos o que son eventos pasados que no podemos avanzar, o peor aún, que algo tienen qué ver con nuestro futuro.

Sólo sé que el finde fui a ver la última película de Woody Allen que apeeeeenas va siendo estreno por estos lares.... Mmmmmmta, y me encantó tanto el vestuario parisino de 1920 que mi subconsciente enseguida atrapó lo que mis ojos veían y robaba mi atención.

Y por la noche, cuando Morfeo me llevó a su lado sucedió....

De repente me ví envuelta en un vestido de varias tonalidades lila.
A mí, que me encanta vestirme y maquillarme de morado, me terminó de fascinar la alta costura que llevaba puesta.
Bordados clásicos parisinos sobresalían en líneas verticales, y mis ojos buscaron rápidamente un espejo para verme.

Y cuando ví mi reflejo, parecía yo una chica de buen gusto al vestir, de dos tallas menos jejeje, y con un peinado increíble.

Y de repente.... subí escaleras y entré en una habitación, y él estaba ahí.
Yo sonreí al verle después de tanto tiempo, él se recostó en un sofá y estiró sus piernas, yo me senté a su lado y recosté mi cara en sus piernas, me abracé a ellas y así pasó no sé cuánto tiempo.....

Al despertar me sentí mal por haber robado esa escena que no me pertenecía.
Vestida y dentro de un sueño que no era el mío.

Me sentí terriblemente mal, a punto del llanto, pero... recordé la suavidad benigna con la que mi vestido y mis mejillas se abrazaron de él.

Y dejé aquélla imagen y aquél sentimiento en el cajón al que pertenecen.

Los sueños, sueños son.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Un “Te Amo” ¿a tiempo?

A punto de cerrar mi tercera década, me he puesto a pensar más de una vez en las ironías de la vida.

En todo aquello que anteriormente pensaba que era injusto y años más adelante tendría una razón de ser.

Como buena mujer del siglo XXI, me azoto un tanto porque no tengo novio, y a ciencia cierta, nunca he tenido lo que se llama un novio formal.

Como buena mujer del siglo XXI, me la paso en chinguiza en una oficina, haciendo y deshaciendo, a veces la verdad holgazaneando y tirándome a la perdición, pero cuando es necesario, me pongo las pilas, me aplico y me doy cuenta que lo mío, lo mío, es trabajar bajo presión.

Como buena mujer del siglo XXI, me he dejado apantallar por el mundo plástico y superficial de la vida socialité, y he aumentado mi mamonería como en un 700% aduciendo que “Yo lo valgo.” Ja! ¿Así o más pendeja?

Como buena mujer del siglo XXI, teñí mi pelo de rubio para seguir prototipos de éxito femenino, y la verdad, no creo abandonar el peróxido en mucho tiempo: “Ellos las prefieren rubias”, puritita verdá de Dios que sí! Y al decir ellos, no es sólo a hombres en la extensión de la palabra hombres/affairs, sino a colegas que me ven como “ahhhhhhh la niña de pelo rubio”, y a los oficiales de tránsito que te detienen sólo para verte sonreír y dejarte ir sin prestar atención a si verificaste el runrún o no. Oh sí, de mi parte, ¡Larga vida al peróxido!

Como buena mujer del siglo XXI, voy al gym dos meses y falto diez, hago dieta cinco meses y la rompo siete, pido dos quesadillas al pastor y una coca ligth de lata para cenar, tengo ataques depresivos y de ansiedad con la luna llena y me convierto no en mujer lobo, sino algo peor, en drama queen.

Como buena mujer del siglo XXI, deslizo y deslizo mi tarjeta de crédito hasta que ya no pasa y de repente me quedo de pie y digo “¡zas! Y ora, de dónde voy a pagar?”.

Como buena mujer del siglo XXI, he aprendido que no hay una fórmula mágica de la felicidad, no importa cuántos pares de zapatos tengas, ni cuántos diplomas hayas obtenido, ni cuántos besos hayas dado, ni cuántos asuntos hayas perdido, ni cuántos kilómetros hayas caminado o volado, ni cuántas cervezas hayas tomado, ni cuántos libros hayas leído….. Nunca será suficiente. La naturaleza humana es así, insatisfecha por esencia propia, y me atrevo a decir que esto también atañe a los hombres.

Pero….. como ¿buena? Mujer del siglo XXI…… Nunca en mi vida he pronunciado un “Te amo”.

A veces, cuando estoy sola y leo esas historias de amantes donde te atiborran de miel, evoco el tener a alguien a mi lado que me abrace y me susurre un “Te amo.”.

Luego, recorro hojas del libro de mi historia y regreso a mis dulces 21’s donde me creía una ñoña freaky por nunca haber besado a un hombre a una edad donde todas mis amigas, sin excepción, habían besado a uno, dos, tres o más hombres.

Y resulta que me sentía tan mal por no llenar los estándares sociales que mi primer beso fue con el primer gañán que se me cruzó en el camino.

A ese primer gañán, le siguió uno que otro, pero uno aprende a no besar a cualquiera. No porque uno sea la princesa de Mónaco, sino porque sabe que hay que tratar “igual a los iguales, y desigual a los desiguales.”, y al menos, yo no me considero igual que un patán.

Con el tiempo, comencé a cambiar un poco, y a modelar la materia prima, y a mis 29’s he besado a hombres increíbles, en toda la extensión de la palabra.

Y aunque podría decir que no me arrepiento de nada de lo que haya hecho (ya qué, lo hecho, hecho está jajaja), no podría aseverar que estoy muy convencida de haber tomado las decisiones correctas en algunos aspectos.

Pero ello me sirvió para aprender que la primera vez que dijera un “Te amo”, no importa qué edad tuviera, nunca sería a destiempo.

.....


Con todo y todo, Yo Te Amo, México.
:)

lunes, 5 de septiembre de 2011

"Vida nada te debo,

“…. Es la memoria que hay en nuestros corazones.”
Enanitos Verdes.

¿Qué es lo que hace especial una amistad entre un hombre y una mujer?

Siempre he tenido un Código de la Amistad.

Creo inclusive, que mi mejor faceta como persona, es cuando soy amiga.

Y la verdad es que si pudiera cambiar algo de mí, sería mi memoria.

Quisiera borrar todos los pequeños detalles en los que suelo fijarme y aprendo de las demás personas.

Pero no puedo, es una manía muy arraigada, es llegar a lo universal a través de lo particular.

Alguna vez en Abril, en alguna antigua llamada matutina, su voz, tan eufórica como siempre lo es, me dijo: “Heeeeey!! De hecho, yo también quiero regalarte un libro, escúchame bien –decía riendo y sonriendo- tienes prohibido comprarlo porque yo te lo quiero dar, es un libro buenísimo que sé que te va a encantar.”.

Yo, que guardo celosamente cada regalo de cada persona, y que alucino cada detalle de él hacia mí, sonreí intensamente al saber que él pensaba en mí de la misma manera en que yo pensaba en él.

Algunos meses después, pareciera como si su memoria hubiera olvidado ese capítulo de nuestras vidas, y me escribió del otro lado de su monitor: “Te voy a recomendar un libro, cómpralo, lo lees y me dices qué te parece.”.

Muy posiblemente hice mal en quedarme callada y derramar lágrimas involuntarias detrás del monitor, y debí decirle que no fuera insensible, pero nunca he querido importunarle con mis sentimientos para no alejarle de mí.

Acudí a una feria de libros en la ciudad de Guanajuato capital, y mientras observaba todos los ejemplares que ahí había, ví dicha obra literaria frente a mí, mi corazón se estremeció pero mi parte racional dijo “No seas infantil y cursi, y mejor cómpralo.”, pagué los 160 pesos que costó y a cada noche leo un fragmento de sí.

No puedo negar que sea una increíble historia de suspenso que reta la mente del lector palabra tras palabra.

Pero tampoco puedo negar que cada palabra que leo es una daga hirviendo que penetra lenta y cruelmente a mi corazón.

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.... Vida estamos en Paz."
Amado Nervo.