jueves, 27 de septiembre de 2012

Nunca digas "Nunca".

Hace mucho escuché en la radio una frase que decía: "Lo que en nuestra infancia es exótico, en la adolescencia se vuelve erótico."

Y me atrevo a afirmar que lo que en la adolescencia es exótico, en la madurez se vuelve erótico.

Mi vida ha sido un continuo devenir de extremo a extremo, si alguna vez he hecho parada en un justo medio, la verdad ni me he percatado de ello.

En la adolescencia estaba obsesionada con que una mujer no debería maquillarse, ni pintarse el pelo, ni arreglarse, so pena de parecer boba.

Juré que nunca, jamás en la vida me teñiría el pelo, y bueeee....

Larga vida al Peróxido.

En mi adolescencia juré que iba a tener relaciones sexuales hasta que me casara, y ..... digamos que sólo quedó en eso, un lindo recuerdo adolescente jejeje.

En mi adolescencia temía los efectos del alcohol, y miren, miren nomás!

Después de la primera vez que me negaron la VISA, juré que NUNCA más volvería a aplicar, y ..... más rápido cae un hablador que un cojo jejejeje.


....

Hace dos años juré que por ningún motivo volvería a la Ciudad de la Luz....

...... y mientras esta entrada programada aparece en mi blog, yo estaré volando hacia el otro lado del charco.... haciendo parada en el Oktoberfest.

Yeah!!!!

Regreso con la crónica y las pics ;)


sábado, 8 de septiembre de 2012

Todavía puedo verlo arder.

"Todo arde si le aplicas la chispa adecuada."
Héroes del Silencio.

Recuerdo la vieja estufa de la casa paterna.
Era la estufa original que tuvo mi abuela paterna, o sea que era de las primeras estufas que se vendieron en esta Ciudad.
No era como las estufas actuales que funcionan a base de electricidad.
Su mecanismo de encendido era: 1.- Prender un Cerillo, 2.- Girar la perilla de la estufa por donde el gas salía, 3.- Bajar el cerillo por entre la parrilla, 4.- En cuanto salía la flama, tirar el cerillo y quitar en chinga la mano para evitar que tus dedos se quemaran.

En teoría parecía muy fácil.
Inclusive, cuando yo era niña y veía a mi Mamufa hacerlo, parecía de lo más fácil.

Cuando cumplí diez años, un día, Mamufa me tomó de la mano y me llevo enfrente de la estufa, me dio una caja de cerillos y me dijo que prendiera una parrilla.
Mi primera reacción fue decirle a mi progenitora: "No sé hacerlo".
Ella me vio fijamente y me dijo: "Hoy vas a aprender, observa bien, porque lo haré sólo una vez y luego tú lo harás sola."

Hizo el ritual de prender la estufa, y al salir la flama, pensé que ella me diría "Bueno, ya vete, yo sigo prendiendo la estufa siempre.", pero no, la apagó inmediatamente y al unísono algo dentro de mí entro en pánico.

¿Por qué los padres te hacían tenerle miedo o temor a la estufa cuando eres niño y te prohiben acercarte a ella, si cuando creces un poco más te obligan a hacer lo contrario?

Yo sólo podía ver fuego delante de mí.
Yo que soy nacida bajo la casa de Acuario, le tengo pánico al elemento fuego, siempre ha sido así.

Mamufa me dio la caja de cerillos y me miró fijamente.

Prendí el cerillo con todo el miedo posible, mientras mi otra mano temblando giraba la perilla del gas, y al tratar de acercar el cerillo, su mecha se consumió toda y la llama alcanzó mis dedos y los quemó.
Tiré inmediatamente el cerillo y apagué el gas.
Volteé a ve a Mamufa con lágrimas en los ojos y le dije que no podía.
Ella me dijo: "Te vas a quedar aquí, y vas a tratar una y otra vez hasta que puedas hacerlo. Es por tu bien. Yo me voy por mientras a lavar la ropa.".

Sólo Deus sabe cuántos cerillos prendí esa tarde, cuánto gas se escapó mientras giraba la perilla abriéndola, y cuán quemados quedaron mis dedos al tratar de prenderla una y otra vez.

Y mientras las lágrimas del dolor quemaban mis mejillas, yo sólo pensaba en que Mamufa me odiaba y quería lastimarme, porque de lo contrario, no me tendría de pie haciendo algo que ella sabía hacer a la perfección y sin lastimarse.

En algún momento de la tarde, por alguna extraña razón, el gas y la chispa del cerillo hicieron click, y delante de mí se creó un círculo azul de fuego.

Años, muchos años más tarde de ése episodio me encontré en mi cubículo laboral leyendo una Sentencia -parcialmente- a favor mío, pero ése parcialmente y nada eran casi lo mismo.

No puedo negar que me da pánico la idea de que cada día que pasa tengo más responsabilidades laborales, mi jefe dice que me está preparando para que el día -el cual espero llegue dentro de muchos años más- él se retire, yo tome su lugar y me quede al frente del bufete jurídico para el cual trabajo.

Y mi problema, en gran medida de inseguridad, radica en que mis ambiciones no son llegar a ser jefe un día.
Yo siempre he creído que soy una excelente mano derecha.
Soy increíblemente buena obedeciendo órdenes, captando ideas y plasmándolas en una hoja en blanco.
Pero..... siempre he dudado mucho de mi capacidad para estar al frente de algo.
Siempre he creído que no soy tan buena al frente, como lo soy a un lado.
Y no es falsa modestia, sino realismo.

Estoy acostumbrada a que el jefe sea quien lleve los asuntos importantes de la oficina, me de indicaciones, o en su caso, me dicte los razonamientos.

Hace dos semanas, llegó una Sentencia en contra, y yo fui al cubículo del jefe a hacérselo saber, y a preguntarle cuándo íbamos a trabajar en la apelación.
Él nisiquiera miró la sentencia, nisiquiera me miró a los ojos, sólo dijo mientras revisaba otros documentos: "No voy a ayudarte en nada de ese asunto, hazlo tú sola, este momento debía llegar algún día.".

Yo sentí nuevamente el mismo pánico que de niña sentí cuando Mamufa me dejó sola frente a la estufa y con la caja de cerillos en mis manos.

Duré una semana entera sin querer leer detenidamente la Sentencia... sólo la última hoja que decía: "No procede, no procede, no procede y procede parcialmente.".

Hasta que, con el reloj en contra, decidí enfrentarme a la Sentencia, durar horas leyendo el expediente entero,horas leyendo el Código, horas haciendo anotaciones y horas frente a mi lap, recibiendo el dictado que me hacía mi propia mente de todo lo aprendido con el jefe.

El viernes metí la apelación al Juzgado.

No sé si vaya a ganar la Segunda Instancia o no, sólo puedo decir que..... en estos momentos, vuelvo a sentir la misma satisfacción que de niña sentí, cuando mis dedos quedaron quemados tras varios intentos fallidos de prender la estufa, pero delante de mí había una llama azul de fuego.