domingo, 29 de enero de 2012

Día 06.- Sábado de Entrañables Reencuentros y de Top of the Rock.

A las ocho de la mañana me desperté, me bañé y me dispuse a ir sin mi palomilla hacia la Central de Autobuses localizada a cinco cuadras de Times Square.

El destino y yo teníamos una cita pendiente desde aquellos tiempos de "La Edad de la Inocencia", donde un par de jóvenes quinceañeras soñaban con conquistar el mundo en la medida de sus posibilidades.... y más aún.

¿Era la vida un continuo devenir de sucesos encantadoramente inesperados que colocaba sabiamente cada pieza en su lugar?

¿Alguna constelación en las alturas escuchó cada uno de los sueños de aquél par de tímidas adolescentes?

¿Somos ahora el producto de lo que nos era permitido soñar en aquellos tiempos?

Porque tú nunca quitaste tu vista de NYC, y yo..... yo nunca la quité del Cielo.

Y nunca fue mi intención volar, sino caer con estilo, al puro estilo de Buzz Lightyear.

Después de tantas páginas recorridas en los libros de nuestras historias, te encontrabas tan sólo a 42 usd y a unos cuantos kilómetros de distancia.

Me encontré por primera vez sola frente a un mundo que sólo hablaba inglés, y mientras yo trataba de agudizar mi oído me di cuenta que no entendía ni madres.
Estuve a punto de ponerme a llorar, e ir por mi sis al hotel para que me ayudara a encontrar mi autobús, pero el último salía dentro de media hora, así que como mi limitado inglés me lo permitió, encontré la fila que me llevaría hasta my BFF.

Te encontré tal y como lo soñaste hace -algunos- instantes: Siendo pilar de una increíble familia en el Estado de New York.
Tan bonita como siempre.
Tan radiante como nadie más.
Tan sonriente como te recuerdo.
Con tu alma gemela a tu lado, y con un par de angelitos a su cuidado.

Tu mirada sigue siendo tan nítida como cuando me abrazate por primera vez.
Y el acento de tu voz continúa siendo amable y bondadoso.

Sobra decir que sigues siendo la misma tonta a quien he amado intensamente desde mucho antes de nacer.

Tú sabes que mientras escribo estas líneas no puedo evitar llorar.

Llevo vivido el doble de la edad que tenía cuando nos conocimos.

Crecer se va en un latido.

El tiempo se fué demasiado rápido, y podría jurar que cada vez que te vuelva a ver seguirás siendo la misma niña que ama el color rosa y que me prestó su crayola en los momentos más difíciles de mi vida para que no fuera tan asfixiante el sobrevivir.

Tus hijos son divinos!!!!
Mejor madre no pudieron tener.

Me pregunto si algún día yo también te mostraré a un ser producto de mis entrañas mientras te digo entre risas: "Deus de mi vida salió igual de feo que su padre". Jajajaja! xD

Sólo el tiempo, tan sabio, nos dirá qué va aconteciendo en nuestras vidas.
Aún nos queda pendiente ese Apple Martini :)

Mientras tanto, sabes que yo seguiré quejándome de todo y mirando hacia el Cielo.... en una de ésas, Deus me obsequia la inmortalidad en un cuerpo celeste que brille con luz propia en el firmamento, no sin antes claro, haber regresado a tu lado unas cuantas veces más. :)

Gracias por esas palabras que me dijiste antes de subir a mi autobús de regreso.
No hay noche que no las escuche antes de dormir.
Gracias por no soltar mi mano en todo este tiempo.
Gracias por honrar nuestro pacto de amistad.
Porque es la clase de promesas que sólo pueden brotar de los corazones de los jóvenes.


El camino de regreso fue un tanto doloroso, pero no sé en qué momento me quedé dormida y desperté cuando mi camión llegó a la Central.

Quedamos de vernos en el cuarto del hotel, y de ahí irnos a cenar y a subir al Top of the Rock que es un mirador localizado en el Edificio del Rockefeller Center, no tan alto como el Empire State, pero también estaba incluído en el New York Pass jejeje.

Carlos y ardilla estaban más hambrientos que yo, así que corrimos a buscar un carrito callejero que habíamos visto con una mega fila enorme de gente todas las noches.

Era gyro, que básicamente era arroz con carne y una crema medio agria que la verdad estaba mmmmmmmmmmm, yomi, yomi, ñam, ñam!!! Deliciosa y súper enorme el plato por tan sólo cuatro dólares (Toda una ganga en Times Square!!!!).... el contraste con el precio de la lata de refresco fue de risa, porque ésta costaba tres dólares.

Mientras cenábamos yo veía por última vez esos rascacielos enormes bajo un Cielo oscuro, porque si bien Ardilla y yo nos regresábamos hasta el lunes, nuestra noche de domingo ya estaba planeada y estaba muy lejos de dichos edificios.

Fuimos al Top of the Rock y estuvimos ahí admirando "The City that never sleeps" en toda su impetuosa luminosidad.

Era la última noche de Carlos junto a nosotras, y mientras él pensaba en irse de farra, yo le dije que era mejor que arreglara su maleta, yo no podía desvelarme porque a la mañana siguiente, tendría otra cita con el destino.

Todos dormimos rendidos y exhaustos del cansancio de seis días de caminar y caminar y caminar.

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Yo también estoy muy orgullosa de Ti.