Mientras dormías

Mis ángeles son ángeles con sexo.
Yo, nada teológico, pero erecto y divino
veo una mujer ángel en mis sueños.
Ludovico Silva.
(Segunda vez en la historia del blog que lo cito, ahhh es que me encanta, me encanta!!)

No recuerdo qué edad tenía en ese entonces.
Sólo sé que era muy pequeña.
Soñé una historia.
Una historia del futuro. Una ciudad desconocida. Con gente desconocida. Un personaje afamado. Una estatua de él. Un delito. Cadena perpetua en exilio y borrar toda la información que había de él. Como si nunca hubiera existido. Dejando únicamente a salvo, su estatua. Un descendiente subversivo que lo cree muerto. Una orden de matar a su padre, sin saber que era él (y juro por lo más valioso que tengo que en ese entonces nunca había leído las tragedias griegas). Lágrimas. Y la voz del padre fallecido que me susurraba “Escribe esta historia.” Y Todo terminó de repente.

Me levanté a la mañana siguiente con la intención de acatar la orden, pero cuando acordé, pensé para mis adentros: “Qué diantres!! Debo estar loca para hacerle caso a la voz de alguien a quien ni siquiera conozco, y que obviamente es producto de mi imaginación!”.

Cerré el cuaderno e hice como que nunca ocurrió.

Seguí con mi vida de infante y traté de no pensar en que realmente era alguien ajeno a mí quien me pedía escribir mi sueño.

…. En última instancia, ¿Qué ser lejano de otras galaxias con apariencia y lenguaje humano recurriría a una niña para mostrarle esas imágenes mientras dormía?

Posteriormente, muchos años después, volví a soñar.

Tenía un asunto laboral muy difícil de plantear.
Leía y releía los códigos. Y no encontraba el fundamento que me diera la razón.
Me adentré tanto en ese negocio, que aún mientras dormía mi mente trabajaba con códigos y preceptos jurídicos.
Lo sé, porque una madrugada, en mis sueños una voz me dijo “lee el artículo xxx”, me desperté y fui a mi librero, saqué mi Código Civil, busqué el artículo que había oído en sueños, y… frente a mí… se encontraba la respuesta a todas mis tardes de estudio.

Y seguí soñando…. Lo curioso de mis sueños es que siempre hay voces desconocidas que se dirigen hacia mí.

Me dicen nombres de personas que yo en mi vida he escuchado, me advierten de situaciones que están por llegar, o simplemente, pasan de largo y no se detienen a mirar mis sueños.

Tengo la hipótesis, quizás deschavetada, de que a veces, nuestros sueños no son propios, sino ajenos.

Creo que hay personas más propensas a ser utilizadas como medios de expresión o meramente herramientas para conseguir un fin.

En una ocasión, cuando habitaba en otra casa, dormité en la sala, y comencé a soñar que tenía sexo, nunca vi la persona que me estaba cogiendo, sólo sé que sentía físicamente la penetración, me desperté de repente, y seguía sintiendo la penetración, durante muy pocos segundos ya despierta, pero no me podía mover de ahí, y cabe decir que nunca más volví a dormir en ese lugar.

Y para quien crea que los sueños son deseos reprimidos, en ese entonces salía con el pubertillo del que he platicado en otras entradas, que me sacaba todo lo reprimida cada que se podía. Así que por ahí no va.

Lo que me deja pensando, si realmente somos los dueños de nuestros propios sueños.
Si nuestro subconsciente le pertenece a otro ser con voluntad propia, o es una estación de ferrocarril, donde cada noche suben y bajan diferentes pasajeros.

¿Qué fenómeno extrasensorial sucede en el momento en que cedemos en los brazos de Morfeo?

¿Qué hay más allá de todos los límites establecidos por la ciencia?

¿Cuánta energía errante logra coincidir en el mismo plano borrando barreras de espacios y tiempos?

¿Cuántos ángeles vemos y escuchamos en nuestros sueños?

¿De dónde surge su potestad para presentarse ante nosotros?


Aún recuerdo que me enamoré de ti mientras dormías.
A sabiendas de que tus sueños, no me pertenecían.