Mi papá, ¡es el mejor del mundo!

Quiero creer que más de uno que aquí lee, recuerda esos anuncios del canal 5 donde desfilaban momentos de los pequeños junto a sus padres, y al final, el pequeñín decía “Mi papi, es el mejor del mundo”.

En lo personal, no tengo muchos recuerdos de mi padre.
He sepultado la mayoría de ellos, porque no eran justamente la idea que cualquier niño quisiera tener de su progenitor.

Cada lunes en que yo era la abanderada en la educación primaria, subía al foro, marchaba con mis guantes blancos y esperaba verlo llegar para que me viera con el símbolo patrio en mis brazos…. Pero jamás llegó.

En ese entonces, yo no entendía lo que eran las audiencias de los abogados litigantes, él hablaba de apelaciones, testimoniales, tribunales, juzgados…. No había tiempo para que me ayudara a colorear mis dibujos, me ayudara a estudiar la poesía que me tocaba declamar, ni para que le mostrara mis calificaciones… menos para decirle que las niñas famosas de mi salón no querían juntarse conmigo.

Y mientras yo escuchaba a las otras niñas diciendo “Mi papá, es el mejor del mundo”, yo sólo callaba y pensaba para mis adentros: “No es cierto, mi papá es el mejor del mundo.”.

Decidí que el hecho de que él no tuviera casi tiempo para mí, no sería impedimento para que yo pasara momentos junto a él.

Mientras nosotros comíamos a la una y media, él comía hasta las cinco que llegaba de la oficina, y yo me acercaba junto a él para hacerle compañía.
Los fines de semana veía los partidos de fucho junto a él, y por eso hoy tengo nociones generales de soccer.
Por eso decidí dejar de lado mi sueño de la química, por el del derecho… para estar junto a él.

Porque él, es el mejor padre del mundo, sólo que había que ayudarlo a darse cuenta de ello.


Como ya he mencionado anteriormente, el 31 de Agosto de 1999 me operaron de urgencia de un quiste en la matriz.
Ese día, mi papá no estaba en esta Ciudad, y debido al divorcio, desconocíamos su paradero, no había forma de hacer contacto con él.
Mientras la anestesia surtía sus efectos, y mi consciencia se iba desvaneciendo, y mi miedo de no volver a abrir los ojos nunca más aumentaba, pensaba que él no estaría a mi lado para despedirse de mí, mientras mi mamufa estaba afuera del quirófano llorando.

Peeero ja, hierba mala, nunca muere ;)

Creo que ese evento fue el balde de agua fría que hizo que mi padre recapacitara en sus omisiones y se preocupara más por mí, a partir de ahí, comenzó su verdadera etapa como papufo.

Los últimos ocho años a su lado han traído enormes alegrías a mi vida.
He convivido más como hija a su lado, que cuando vivíamos juntos.
Conoce mis gustos, emociones, friqueos, debilidades, defectos, aptitudes, gestos, articulaciones, vocabulario… y yo he confirmado cuáles son todos los suyos.

Sé que falló como padre cuando yo más lo necesitaba, pero nunca lo he reprochado, ni juzgado, eso no me toca a mí.
Él es y será siempre mi papufo, y de alguna manera, sin él, yo no estaría aquí.
Y no puedo expresar con palabras, lo orgullosa que estoy de él.

De no ser por él, yo no sería la profesionista que actualmente soy.
De no ser por él, yo no sabría absolutamente nada de fut, americano, baseball, básquet ni cualquier otro deporte.
De no ser por él, yo no viviría en esta pequeña ciudad que me ha robado el corazón.
De no ser por él, no habría conocido la incertidumbre de sentir que partes y no puedes despedirte.
De no ser por él, no comería una manzana diario a mediodía.
De no ser por él, yo no sería la hija que actualmente soy.

El amor paternal es así, imperfecto, porque la manera y las formas de perfeccionarlo, es lo que los convierte en “El mejor padre del mundo”.