martes, 21 de febrero de 2012

Con música griega de fondo.

Y de repente nos encontrábamos en el Barrio Griego, con un manto oscuro que hacía arribo a la Ciudad de los Vientos desde las 5 de la tarde.

Harris llevaba una dirección anotada, su hermana Nancy llevaba un gorro que la cubriera del frío invernal y yo llevaba el pelo totalmente desarreglado debido al fuerte y constante aire que había soplado ferozmente desde la mañana.

Nos detuvimos frente a un local que decía que el restaurante estaba cerrado por remodelación y que abriría hasta el ocho de Febrero….. tres días después de esa noche.

Yo sonreí y amarré como pude mi pelo, acomodé mis orejeras grises y le dije a Harris: “Mala suerte…. Pero mira, hay muchos restaurantes griegos por aquí, busquemos el ideal para ti.”.

Recorrimos una cuadra y encontramos un restaurante grande, de fachada albiceleste y con diseño al parecer griego, Harris eligió cenar ésa noche ahí.

Sería nuestra última noche en Chicago.

Nos asignaron mesa y nos llevaron la carta, y mientras nos adentrábamos en el Restaurante escuchábamos música griega amenizando de fondo.

Recuerdo perfectamente unas cuantas notas alegres alrededor de mí…. Mesas ocupadas con gente de características distintas, y hablando fuertemente y entre risas, lo que distinguí inmediatamente como lenguaje griego; estaba yo exhorta en dicho ambiente, cuando de repente, sucedió…..

En el lugar menos esperado y en el momento menos planeado, escuché La Voz Masculina.

“Are you ready to order?”.- Dijo él.

Aún cuando nos había dejado la carta hacía unos segundos, no me había dado cuenta del hombre que nos estaba atendiendo.

Era un hombre de aproximadamente 45-50 años, alto, y su altura estaba en perfecta sintonía con la complexión mediana (no flacucho, no escuálido, no gordo, no llenito, simplemente “sabroso”) del individuo, ojos claros, pelo claro entrecano, nariz grande y recta, con un ligero quiebre casi imperceptible en su arco... Amo las narices masculinas, más que a los ojos, más que a los labios, más que a las manos, más que a las piernas, más que al abdomen…. Amo las narices…

- Queremos dos cervezas y una limonada y para el platillo fuerte nos puede dar cinco minutos más por favor?.- Dijo Harris en inglés, mientras yo dejaba de ver la carta para centrarme en el hombre situado frente a nosotros.

- Of course, of course, take your time!.- decía el hombre con un tono serio pero amable.

Hay momentos que transforman nuestras vidas, que una vez acontecidos nunca volvemos a ser los mismos.

La voz de ese hombre, era muy parecida, pero con menor fuerza e intensidad, que la voz masculina que más he alucinado y aprendido de memoria en toda mi vida: la Al Pacino.

Mi rostro dibujó una sonrisa, mientras mis dedos colocaban mi pelo detrás de mis orejas… y en eso recordé que mi pelo estaba hecho un total desastre….

Una mujer debiera lucir siempre impecable, porque nunca sabe cuándo puede encontrar a su Al Pacino reloaded ;)

Yo ví la carta y debajo de los nombres decía la explicación de cada platillo, in English, of course, y yo leía “chicken, chicken, chicken”, y yo pensaba: “No vine desde tan lejos para comer pollo!!!”, así que me dediqué a buscar comida que no incluyera pollo, encontré dos nombres raros en griego y dije “Mmmm cuál de los dos pediré?”.

El hombre llegó con la limonada y las dos cervezas, y nos dijo antes de entregárnoslas:

- Can I see your ID’s please?.-

Yo no pude sino agradecer al Cielo el que llevara mi IFE, ya que el pasaporte desde que llegué al hotel se fue a la caja de seguridad, y Harris y yo le mostramos nuestras credenciales.

El hombre ví la de Harris y se la entregó luego, luego, y en eso, volteó hacia mí mientras veía mi IFE…. En cuya fotografía luzco como Bety la Fea reloaedad…. Pfffff…..

- Union States from…..?.- leía adorablemente él…. Y yo que soy feliz, inmensamente FELIZ cuando presumo mi nacionalidad en el extranjero, salté de mi asiento, olvidando mi pelo, y grité sonriendo: -“Métttzzziiiicoooo!!!!”

El hombre sonrió y respondió: “Oh, oh México!!!! Señora mía!!!”, y sin quitar su mirada de la mía, me devolvió mi IFE.

Nunca nadie me ha mirado de esa manera, nunca ninguna pupila se ha quedado tan grabada en mi interior.

Siempre creí que había un código de conducta aprendido para el arte de la seducción, ya saben, qué hacer, qué decir, qué responder en caso de, cómo mirar, cómo inclinar la cabeza….. Pero, la verdad, es que no es un código aprendido, sino aprehendido….. es…. Dejarte llevar, actuar instantáneamente, seguir tus impulsos, no pensar en absolutamente nada más….

-“ah, ah, señorita!!”- respondí yo mientras reía.

-Oh, oh, yes, sorry, sorry, Señorita!”- volvía a responder él.

Yo volví (por enésima vez) a colocar mi pelo detrás de mi oreja, mientras le decía:
-Excuse me, what do you preffer, this or this?.- y mientras decía esto, señalaba con mis uñas pintadas de rojo con destellos dorados las dos opciones de la carta que me habían interesado.

Él vió ambas, y con su inigualable voz y el lenguaje corporal incluído me dijo:
“I have a better idea, you can order a half and a half.”….. Nunca había entendido tan bien el inglés hasta ese momento….

-Really?.- dije yo sorprendida.- Can I do that?.

-Oh sure….. respondió él, mientras mi labio inferior lentamente dibujaba una tímida sonrisa en mi rostro.

-Oh perfect, then I want…. Bla bla bla.- interrumpió Harris.

El hombre volteó hacia él y anotó lo que pedía, mientras de reojo me hacía un guiño con los ojos, ante el cual desvié rápidamente mi mirada y sentí cómo mis mejillas se
sonrojaron.

-Qué sexy es ése hombre.- decía yo a Harris y a Nancy.

Nancy sonreía y decía, la verdad sí, mientras Harris decía “pues equis eh? Está equis, y la verdad dudo mucho que tú le gustes.”

Yo sonreía mientras tomaba de mi cerveza, y cuando nuestros platos llegaron, me di cuenta que el mío estaba compuesto por un tipo de albohóndigas en salsa roja condimentada, y un guisado envuelto en espinacas aromatizadas con alguna otra especia que nunca en la vida había probado.

- Thank you.- dije en voz baja, casi inaudible, al momento en que mi plato fue servido.

Él sólo sonrió.

Ví mi comida frente a mí, un ligero humo se desprendía de ella, los condimentos podían percibirse en el ambiente, el contraste del color verde de la espinaca y el rojo de la salsa de jitomate se fundían en un punto determinado de mi vista, tomé el cuchillo y el tenedor, pinché la carne con el tenedor, y la navaja del cuchillo se deslizó partiendo en dos la albohóndiga, levanté el pedazo con el tenedor, desvié la vista del bocado porque ví pasar al mesero nuevamente, yo intenté sonreír, pero me quedé paralizada, él caminaba pero parecía que su vista no se fuera nunca de mis ojos, y algo dentro de mí estalló, encontró su punto de cocción perfecto, abrí tímidamente mis labios y sin dejar de mirarlo, metí la carne atrinchada al interior de mi boca, mi lengua recibió aquél bocado, sentí la manera en que al cerrar mis labios, la carne se puso en contacto con mi paladar, para luego dividir dicho pedazo en dos y comenzar a masticarlo, dejando que mi sentido del gusto fueara seducido por las diversas moléculas de dicho platillo.

-You can order a half and a half.- seguía sonando en mi memoria, mientras tragaba el bocado.

Cada vez que masticaba un pedazo más de comida griega, era como si él me estuviera haciendo suya, de manera lenta, pausada, coordinada, exquisita….

- Do you want any dessert?.- dijo él cuando vio gustoso que me había terminado mi plato entero, mientras que Harris había dejado la mitad de su plato.

- Sure.- sonreí yo.

Él sonrió y ví que levanto su brazo derecho con fuerza, estaba a punto de tocarme, ví su nariz, recta, grande, ligeramente arqueada, oía la música griega alrededor de mí, sentía mi comida dentro de mi estómago, y él bajó abruptamente la fuerza de su brazo, y tocó mi brazo con una ligera palmada, casi tan ligera como el roce de mi blusa a mi piel.

Cuando nos dejó solos, yo volteé a ver a Harris y a Nancy y les dije eufórica: Me tocó!!!!!!! Él me tocó!!! Y yo me derretía en mi asiento cual helado….

“Pueblerinas…. -Decía Harris.- De cualquier cosa se emocionan.” .

Al momento de terminar el postre, pedimos la cuenta y salimos de ahí, no sin antes, voltear de reojo y decir “Adios” con la mirada y la sonrisa.

Él sólo sonrió, y detrás de esa sonrisa, se encontraba la voz masculina más viril e increíble que alguna vez he escuchado en vivo, y al hombre que me hizo el amor a través de un platillo deliciosamente condimentado y con música griega de fondo.

2 comentarios:

Zu dijo...

o_O tas cañona

jess dijo...

jejejeje Mana... ha sido una de las experiencias más impactantes de toda mi vida!!!!

Para contársela a mis nietos :)
Abrazote!!!