Receta del mes del chef

Es como cuando vas a un restaurante.

Llegas, te sientas, traes en mente ya un antojo, seguramente pedirás un whisky antes de ordenar algo de comer, o una limonada para refrescarte, y posteriormente decidirás pedir una ensalada con queso de cabra, o una crema de queso, algún corte magro término bien cocido, y un brownie o algo que lleve chocolate de postre….
Pero pasa que te dan la carta, y comienzas a ver lo que hay en el menú, y ves que hay tantísimas opciones para degustar, y digo, siempre comes lo mismo, es hora de pedir algo diferente… probar sabores nuevos….

Y de casualidad ves que hay un apartado que dice “receta del mes del chef”, sabes que nunca volverás a ese restaurante, o al menos, no nuevamente durante el mes, y ves que la receta del plato fuerte tiene muchísimos ingredientes exóticos, diferentes y se te hace agua la boca, y estás a punto de ordenarlo cuando de repente volteas a ver el costo del mismo, y te das cuenta que no tienes con qué pagar ese precio.

Haces cuentas mentales (las mujeres somos buenísimas para eso) y ves que ni sacrificando el whisky, la entrada y (con todo dolor de tu corazón) el postre, puedes pagar ese platillo.

Le preguntas al jefe de meseros si hay posibilidad de que te vendan únicamente la mitad de la especialidad del mes, y el buen hombre sonríe gentilmente y te dice “Lamentablemente no señorita”.

¿Qué haces? No hay mucho por hacer, con todo dolor de tu corazón y glándulas salivales, vuelves a ver el menú y ordenas algo que sí puedas pagar.

Se supone que no debería ser así.

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Se supone que yo nunca rompería el corazón de nadie.