Humillada y Ofendida.

En secundaria entró una niña nueva llamada Citlalli.

Citlalli era de mi misma edad, y no sólo, sino que cumplía años cinco días antes que yo, así que yo lo tomé como una señal del destino para buscar su amistad y volverme su mejor amiga.

Éramos Citlalli y yo contra el mundo femenino adolescente.

Yo nunca fui del grupo socialité, y Citalli, como todas las demás niñas, quiso formar parte del grupo de chicas chic.

Así fue que Citlalli se volvió la mejor amiga de una niña muy bonita, y de vez en vez, llegaba a mi lugar a preguntarme cómo estaba.

En ese entonces, hubo rumores de que habría un concurso entre todos los salones para ver cuál era la niña más bonita de la secundaria.
Las reglas eran fáciles, todas las alumnas de cada salón votaban por la niña más bonita a su parecer, y la enviaban a participar.

Yo voté por una niña que a mi parecer era bonita y me fui al baño.
Al regresar, y ante un total desmadre, sólo pude ver a Citlalli parada enfrente de todo el salón diciendo: “Miren, no podemos enviar a jess porque es un concurso muy importante, de niñas realmente bonitas, ella no es la más bonita del salón, y tienen que votar por (insértese aquí nombre de la amiga bonita de Citlalli)”, todas voltearon a verme estupefactas, y yo sólo sentía que mi pobre corazón se hacía mil pedazos, bendito el cielo que no me enviaron a participar, porque no había la más mínima posibilidad, pero me dolió muchísimo haber visto la actitud de Citlalli.
Citlalli volteó y me dijo “Estoy diciendo solamente la verdad jess….”.

Yo me fui humillada a mi asiento y sentí todas las miradas de lástima hacia mi persona.

Cinco años más tarde, estaba yo en la biblioteca municipal investigando si tenían un libro de Historia, cuando llegó una jovencita a decirme: “Oye! no te interesa participar para miss Salamanca?!?!?! Deberías de ir, será este sábado a tal hora”, yo con mi apatía de siempre y mi realismo crudo, OBVIAMENTE no me presenté a participar, y únicamente conté ese capítulo a ardilla, quien a su vez, llegó tres meses después a la casa, muerta de la risa diciendo: “Wey no mames, ya sé por qué te invitaban a participar a ese concurso pinchurriento, hoy a mi salón fue la miss Salamanca a promover no sé qué madres, y deberías haber visto qué pinche vieja tan más FEA JAAAAJAJAJAJA”.

…. Obviamente, no me sentí humillada esa vez, sólo volteé a ver a ardilla, y entre risas alcancé a decirle: “Ya cállate méndiga”.

…. OBVIAMENTE, ella no dejó de burlarse de mí en no sé cuánto tiempo.

Jajaja, málditos cánones de belleza.

Terminan haciendo que uno se sienta humillada u ofendida….

O peor tantito, humillada y ofendida.
:P