Los secretos de las despedidas.

“En las calles de esta ciudad
No te pares a buscar
Los secretos de las despedidas.”
Miguel Bosé.

Cada noche paso por esa esquina.

En algún momento de nuestras vidas todos somos irracionales.
… y dejarse llevar por el sentimiento, es simplemente una verdadera delicia.

Lo conocí en una fiesta en casa de un amigo, él llevaba puesta una playera de la selección italiana…. Cada chico importante en mi vida, siempre ha hecho acto de aparición –en azul--…
Su complexión era la de un chico delgado, pero muy bien marcado por el ejercicio.. Sentía pena cuando yo le subía su playera únicamente para ver y tocar su abdomen... En un juego que inició como un acto meramente inocente.

Mi mamá me prohibía salir con él…. Ja! si supiera, que no sólo salí con él….
Mi papufo ni siquiera sabía que él existía… y obviamente, yo omitía todo detalle del chico con el que me escapaba cada vez que tenía oportunidad.

Creo que cuando los padres te prohíben algo, simplemente obtener el placer prohibido, se convierte en una fijación para el rebelde que todos llevamos dentro.
Así que yo tenía que ingeniármelas para salir a su encuentro.

Aún sonrío al recordar la primera vez que caminamos juntos bajo la lluvia, y tímidamente tomó mi mano con la suya… y yo, simplemente, me dejé tomar…. Había algo en él, que me impedía siquiera pensar que algo en él fuera deshonesto.
Porque no lo era.

Cada martes y jueves nos veíamos en esa esquina, a veces alguno de los dos no llegaba, pero ello no impedía que siguiéramos asistiendo la siguiente ocasión.

Nunca he besado tanto a nadie en mi vida.
En cuanto nos veíamos, nos lanzábamos uno hacia el otro y nos comíamos a besos.
Nuestras vidas tan distintas no tenían mucho tema para platicar, así que de la hora que estábamos sentados en la banqueta, 20 minutos eran suficientes para saber cómo estábamos, y los 40 restantes eran risas, abrazos, miradas, y besos… y más y más besos….
Ninguna boca se ha acoplado tan bien a la mía como la de él.

Nunca he vuelto a encontrar a alguien que someta mi racionalidad de tal manera.
... Ni alguien que tenga un abdomen tan increíblemente sexy como el de él jiji =P

Han transcurrido cinco años sin que yo haya vuelto a tener noticias de él.
Y sé que nunca más nuestras coordenadas volverán a unirse.

Cada noche paso por esa esquina, y a veces, otro par de adolescentes se encuentra echando reja ahí… y yo sólo sonrío al recordar, y algo dentro de mí, vuelve a encenderse, porque una vez que conocemos el sentimiento agitador de la insensatez, no podemos deshacernos de él.

Y no, no me detengo en esa esquina a buscar los secretos de las despedidas, porque los conozco a la perfección.