Amor Divino.

“El dolor es fuerte y lo soporto
Por que vivo pensando en tu amor
Quiero verte, tenerte y besarte
Y entregarte todo mi corazón
….. Ay amor divino pronto tienes que volver”
Café Tacuba.

La primera vez que escuché esa rola fue en el año del ‘92, yo iba en quinto de primaria, la recuerdo perfectamente porque fue de las pocas veces que salí de vacaciones en familia; en ese entonces, la situación económica no era nada satisfactoria, y ello conllevaba pleitos constantes entre mis progenitores, y claro, cuando no existe la posibilidad económica $ mas que para vivir al día, no se puede asociar vacaciones con salidas a otras ciudades.

Yo a esa edad, no entendía de activos y pasivos, sólo sabía que comíamos tacos de la calle cada quince días, y carne de res de vez en vez, huevos esos sí a diario, jiji, y la cena navideña era esperada con verdaderas ansias…. más nunca lo ví como una carencia, mamá se las arreglaba para hacernos entender que así era la vida, y que era muy normal, que mientras hubiera algo en la mesa para comer, era motivo de dar gracias al Creador por Su magnificencia hacia nosotros; y que todo exceso terminaba desvirtuando nuestro camino.

Se casó muy joven, a los 18 años, con un hombre que le doblaba la edad, él no era mal hombre, pero simplemente, el matrimonio no está hecho para algunos; y ella aprovechó la oportunidad para escapar de un padre machista y severo en cuanto a las normas de aquél entonces, y la única forma de hacerlo fue el matrimonio.

A mi edad, mi mamá ya tenía tres chilpayates, y aunque nunca fuimos malos hijos maleducados ni desobedientes y siempre teníamos buenas calificaciones, llega un momento en el que explota en ti la idea de haber visto pasar tu juventud y no haberla aprovechado al máximo, o mínimo como tú tenías la idea.

De eso puedo darme cuenta hasta el día de hoy.
Creo fervientemente en que todos tenemos sueños por cumplir, pero que a veces las cosas no resultan como se pretendió en un inicio.

Ese año (1992) fue un buen momento para mi progenitor, y nos llevó de vacaciones al Caribe, a Cozumel para ser exactos.
Nunca he visto una playa más hermosa que esa, y miren que ya es decir, porque no me llaman mucho la atención la arena y el mar; allá parecía que caminábamos en harina, no entre piedras, la arena era suave y blanca, el color del mar inigualable e increíble, los sabores de esas frutas tropicales han sido únicos hasta el día de hoy… y fue de las veces que más recuerdo haber visto sonreír a mamá.

Ardilla y yo éramos muy pequeñas, Fmi ni siquiera se acuerda de cómo se la pasaba metido en la alberca en forma de hongo para pubertillos, y siempre a la hora del desayuno, sonaba esa rola… ardilla y yo aprendimos a tararearla y a corearla, y cada vez que veíamos una iguana en el hotel se la cantábamos con dedicatoria especial (ahí aunque no crean, éramos un par de niñas muy tiernas jiji).

He visto a mi mamufa pasar por todo tipo de etapas, ahora incluso me encuentro en posición de hacerle ver sus fallas, y sé que no le parece, pero no me dice nada, porque ya no soy aquella niña que nunca la soltaba de la mano mientras íbamos por la calle.

Sé que el presente que tiene, no es lo que soñó tener ese momento en que eligió formar una familia y abandonar a su progenitor y hermanos; sé que renunció muy joven a su vida como mujer para elegir la vida de madre, y eso es algo por lo que le estaré eternamente agradecida.

Sé que aún con todo y su carácter tan fuerte que tiene, se esconde una chica que le tiene miedo al mundo, lo sé porque siempre me mandaba a mí a las tiendas a preguntar el precio de las cosas, y porque puedo verlo en sus hermosos ojos verdes cada vez que me comparte su interior.

Como hija, hay cosas que no puedo contarle a mi madre, porque respeto su forma de ver la vida, más no comparto algunas opiniones.
Y como hija, sé que ella quiere lo mejor para mí, porque aún sin haber parido, sé que no hay amor más grande en este mundo que el de una madre por sus hijos.

Hoy cumple 47 años.

Le dije que de regalo de cumpleaños, la iba a llevar a donde ella quisiera, le dije que si ella quería, la llevaba a conocer la ciudad de la Luz… ella sin embargo, me respondió “Llévame a la rivera maya”, yo sonreí al recordar ese viaje de antaño donde conocí el Caribe, donde por unos momentos ella tuvo la familia que soñó tener en su juventud.

Así que ahora comenzaré a ahorrar para cumplirle su deseo, aún con todo y mi animadversión hacia la arena, diagh! después de todo, quién no le cumpliría su más recóndito anhelo a su amor divino...